Hoy, la crisis sanitaria mundial tiene a Chile dentro de los 10 países con más contagios, por lo que diversas actividades económicas se han visto seriamente afectadas, entre ellas la pesca artesanal, en particular la dedicada al consumo humano. Una situación crítica a la que se suma políticas estatales que ha precarizado esta noble actividad.»Las caletas de la quinta (región) o centro, generalmente modo operador, que trabajaban en la merluza común, disminuyó un 60%, 70%. Disminuyó la venta del producto, porque la gente no puede bajar a las caletas, que es directamente el mercado hacia la población. Entonces dejó de ir a la caleta la gente y eso tuvo un gran desmedro para los pescadores en general», señala a Sputnik Miguel Ángel Hernández, presidente de la federación Nuevo Amanecer pescadores de la Quinta Región.
Para los pescadores de Queule, caleta ubicada al sur de Chile, en la novena región de la Araucanía, el panorama no es muy distinto. «Nosotros lo que producimos acá en nuestra caleta es todo para consumo humano y el 90% de esas capturas se van para Santiago, y ahora con todas las restricciones que hay ahora de las ferias, que las han cerrado, los restoranes, prácticamente no hay venta, entonces nos ha afectado bastante», detalla Patricio Olivares, presidente del sindicato de pescadores y buzos artesanales de Queule.
Realidad que también se repite en el norte del país sudamericano, donde los pescadores se han visto en la obligación de bajar los precios de los pescados frescos, debido justamente a que la gente no sale a comprar este recurso.
«La problemática que tenemos es la venta del producto, la demanda, y nosotros para poder tener demanda hemos tenido que bajar en un 60% nuestros recursos, por lo tanto, estamos funcionando yo creo a un 40, 35, 40% de la venta en este momento», explica a Sputnik Sergio Guerrero, secretario del sindicato de pescadores artesanales de Arica y vicepresidente de la Federación pelágica del Norte.
Guerrero recuerda que cuando fue declarada la pandemia en el territorio nacional, a las pocas semanas, el 17 de abril, Arica entró en cuarentena. Un primer confinamiento que se prolongó por 21 días, y la demanda de pescado disminuyó drásticamente, porque la gente que debía sacar salvoconducto no priorizaba la compra de productos del mar.
«Iba a ir a la farmacia, al supermercado, o al hospital, ahí tuvimos una gran problemática. El producto lamentablemente pasa a una segunda categoría en cuanto a la alimentación, el consumo. La gente prefiere más los artículos de primera necesidad, la carne, el pollo, el arroz, la azúcar, el poroto, y lo deja como segunda opción al pescado», detalla.
Fuente: SputNikNews