WASHINGTON — «Scones» con Eisenhower, salidas a caballo con Reagan, té con Trump… Isabel II tejió a través de los presidentes estadounidenses su propia «relación especial» con Estados Unidos.
Su primer encuentro oficial con un presidente estadounidense remonta a 1951 y fue inmortalizado en blanco y negro: la princesa Isabel saluda desde la parte trasera de un descapotable, junto a un Harry Truman visiblemente encantado.
Y en su frase hacia la excolonia británica deja ver su habilidad de estadista: «En todas partes los hombres libres miran hacia Estados Unidos con cariño y con esperanza».
Entre Harry Truman y Joe Biden, Estados Unidos tuvo 14 presidentes. Ella los conoció a todos, con excepción de Lyndon B. Johnson.
Isabel II, cuyo reinado defendió la afirmación de la superpotencia americana, aplicó a todos sus interlocutores en Washington el mismo trato, una mezcla de distanciamiento formal y familiaridad hábilmente elaborada.
Hubo banquetes en la Casa Blanca o imperdibles tés en uno u otro palacio de la reina. Isabel II posó vestida de gala con los Kennedy; bailó, con un vestido amarillo y luciendo una tiara brillante, con Gerald Ford, en una cena de Estado coincidiendo con el bicentenario de la independencia estadounidense en 1976.
Tacos y «scones»
Pero mientras satisfacía la avidez de la prensa estadounidense por la etiqueta y la pompa real, la reina se ocupaba también de nutrirla con intercambios menos formales.
Por ejemplo, montó a caballo en 1982 por los alrededores del Castillo de Windsor con Ronald Reagan. El exactor de westerns le devolvió el favor en 1983, invitándola a compartir tacos y guacamole en su rancho de California.
Invitada por George Bush padre a un partido de béisbol en 1991, le dio la mano a todos los jugadores. Según un despacho de la agencia UPI en ese momento, la soberana evitó los perros calientes pero bebió un martini.
También se encontró en los archivos nacionales estadounidenses una carta escrita de su mano, de 1960, en la que le confía a Dwight Eisenhower su receta de «scones», que el presidente había degustado en la residencia real escocesa de Balmoral. La masa «no debe reposar demasiado antes de hornear», recomendaba la reina.
Posteriormente, algunos presidentes estadounidenses dirían que sentían un afecto casi filial por la envejecida soberana.
«No creo que ella lo encontrara ofensivo, pero me recordó a mi madre», comentó Joe Biden sobre su encuentro de junio de 2021 con la soberana.
En 1982, un joven senador Joe Biden que se preparaba para reunirse con la reina por primera vez, recibió esta recomendación de su madre, orgullosa descendiente de una familia irlandesa: «No te inclines ante ella», «No te inclines ante ella», «No te atrevas a inclinarte ante ella».
Abuela
Donald Trump le dijo al Daily Mail que mientras tomaba el té en 2018 en el Castillo de Windsor con su esposa Melania, pensó en su propia madre: «Ella era una gran admiradora de la reina».
Diferencia de edad obliga, Barack Obama dijo que Isabel II le recordaba a su abuela.
La recepción de la pareja presidencial estadounidense en el Palacio de Buckingham en 2009 quedó en las memorias porque en cierto momento, saliéndose del protocolo, Michelle Obama colocó brevemente su brazo alrededor de la reina que, para sorpresa de todos, hizo lo mismo.
«Ella significó mucho para nosotros», dijeron los Obama en un comunicado tras la muerte de la reina británica.
Los cinco expresidentes estadounidenses que aún viven han rendido homenaje a Isabel II en comunicados de prensa en los que participan sus esposas.
Tanto Jimmy Carter como Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump echan mano a los conceptos de «elegancia», «sentido del deber», «bondad» y «humor» para evocar a la fallecida soberana.
Biden ordenó que la bandera estadounidense fuera arriada hasta que tenga lugar el funeral, incluso en la Casa Blanca, incendiada en 1814 por las tropas británicas.
En su largo comunicado, el presidente estadounidense resumió un sentimiento dominante en el mundo entero, particularmente en su país. «Su Majestad la Reina Isabel II fue más que una monarca. Encarnó una era», escribió.