CARACAS.- Ante la inoperancia de las redes estatales, la población venezolana se ve arrastrada a una lucha diaria por sobrevivir debido a las fallas crónicas en los servicios públicos del país, que incluyen agua, electricidad y gas. Esta situación ha llevado a una especie de «privatización» informal, que obliga a tomar medidas extremas para satisfacer las necesidades básicas.
La crisis es evidente en toda la nación de 30 millones de habitantes, desde las calles empobrecidas de Caracas hasta las localidades más remotas en el estado occidental de Zulia. Personas como Yusmary Gómez, una madre de dos hijos, se ven obligadas a destinar la mitad de sus ingresos semanales para asegurarse de que haya suficiente agua para beber, cocinar y mantener la higiene básica en su hogar.
«Cobro 30 dólares a la semana y me ha tocado que me paguen 15», relata Yusmary.
La historia se repite en todo el país, donde los ciudadanos hacen malabares para asegurarse de que no falten recursos esenciales. Isora Bazán, una jubilada de 61 años, ha llegado a sacrificar la compra de medicamentos para adquirir gas doméstico en el mercado negro cuando hay retrasos en la distribución. La falta de gas afecta a muchas familias, y solo un 17% de la población cuenta con acceso a gas por tubería, según cifras de Monitor Ciudad.
«La gente tiene que resolver y seguir su día a día», declara el director de la ONG, Jesús Vásquez.
Los apagones eléctricos también son una pesadilla para los venezolanos. Rodrigo Crespo, un comerciante de 35 años en el estado de Zulia, ha invertido en pequeñas plantas generadoras de energía para garantizar un suministro constante en su hogar y negocio. Sin embargo, el costo económico y logístico de mantener estas plantas es alto, ya que la gasolina escasea y la dependencia de los revendedores es una constante preocupación.
La crisis de los servicios públicos también afecta gravemente al sistema educativo y de salud. La educación ha sufrido un colapso debido a la falta de agua en las instituciones escolares estatales, lo que ha llevado a la cancelación frecuente de clases. Los estudiantes de planteles públicos ven clases solo dos o tres días a la semana debido a la falta de profesores motivados por bajos salarios. Incluso en medio de este caos, algunas familias recurren a la educación privada como alternativa, a pesar de los desafíos económicos.
El dictador Nicolás Maduro intentó abordar la situación a través del programa ‘1×10 del Buen Gobierno’, que busca atender los problemas en los servicios públicos mediante reportes de la comunidad y la implementación de mejoras específicas. Sin embargo, las causas fundamentales de la crisis son profundas, y muchos critican la gestión del régimen, citando la desinversión y la corrupción como factores clave en el colapso de los servicios.
En medio de esta dura realidad, los ciudadanos venezolanos luchan día a día para sobrevivir en un entorno donde la privatización forzada y caótica de los servicios básicos es la norma, mientras esperan soluciones a largo plazo para restablecer la estabilidad en sus vidas.