El cierre desde este lunes de todas las sucursales de Western Union en Cuba por las últimas sanciones de Estados Unidos cercena la principal vía legal de envío de remesas a la isla y amenaza con dificultar la subsistencia de sus ciudadanos en medio de una grave crisis económica.
«Ahora realmente no sé cómo vamos a hacer», explica a Efe Ainhoa, una cubana de 21 años, tras recoger en una oficina de Western Union en La Habana el último envío de efectivo de su tío desde Miami.
Desde este lunes la empresa estadounidense cerrará sus 407 sucursales en Cuba después de que la Administración de Donald Trump sancionara a su contraparte, la financiera cubana Fincimex, por pertenecer a un conglomerado bajo control de las Fuerzas Armadas.
Algunas de las sucursales en La Habana ya amanecieron el lunes cerradas, mientras otras permanecieron abiertas hasta clausurar indefinidamente a última hora de la tarde.
Ainhoa compagina sus estudios universitarios con un trabajo a tiempo completo en el sector estatal, que le aporta el equivalente a 35 dólares mensuales, a los que se suman otros 11 dólares de la pensión de jubilación de su madre. «Mis tíos desde EE.UU nos han ayudado hasta ahora; nos enviaban 50 o 100 dólares por la Western y con esto librábamos por mucho», asegura.
Por su parte, Raquel Almira, de 65 años, confiaba su supervivencia al efectivo que recibía vía Western Union de su hija, hermana y sobrina desde Nueva York y Nueva Jersey. «¿Cómo voy a vivir? Estoy jubilada, me pagan 300 pesos al mes (12 dólares). Eso no alcanza para nada», protesta.
Ella, como otros cubanos, ha comenzado a explorar otros modos de recibir remesas desde EE.UU., generalmente a través de agencias que operan a través de terceros países y que cobran comisiones más altas.
En Cuba hay unos 11,1 millones de habitantes, mientras otros 1,6 millones de cubanos aproximadamente viven en el exilio. Estos últimos remitieron a sus familiares en la isla más de 1.000 millones de dólares en todo 2019, según datos del Consejo Comercial y Económico EE.UU.-Cuba, una organización privada con sede en Nueva York.
Los cubanos en Estados Unidos realizan más de 240.000 transferencias individuales al mes a Cuba a través de la compañía estadounidense.
En una economía como la cubana, caracterizada por una escasez endémica agravada hoy por la pandemia del coronavirus, las remesas son un pilar fundamental para la subsistencia de gran parte de los ciudadanos, incluidos quienes no reciben un solo dólar del exterior.
Es el caso de Rafael, albañil de 54 años: «yo no tengo familia ahí afuera pero me afecta,porque cuando hago un trabajo me pagan con las remesas, pero si desaparecen me dejan sin ingresos, porque desgraciadamente se vive de las remesas», explica a Efe.
Tradicionalmente el principal canal de envío de dinero a Cuba ha sido informal, mediante viajeros que traían las divisas en efectivo, pero con el prolongado cierre de fronteras desde marzo a causa de la pandemia de coronavirus Western Union pasó a ser la principal alternativa.
Así, se espera que la reciente reapertura de los aeropuertos (el de La Habana opera vuelos regulares desde el domingo 15) sirva para retomar el flujo de billetes estadounidenses en Cuba, si bien el tráfico aéreo con el país norteamericano es significativamente menor que en tiempos anteriores a la pandemia.
La orden de la Administración Trump prohíbe a todas las empresas estadounidenses de envío de dinero operar en Cuba, aunque les ofrece una posibilidad para retomar su actividad: conseguir una contraparte en la isla sin lazos con las Fuerzas Armadas, que acaparan gran parte del poder económico en el país.
El Gobierno cubano considera que la propuesta de EE.UU. es parte de su política de «mentiras, manipulaciones, coerción y ejercicio de la fuerza», según un editorial publicado este lunes en el medio estatal Cubadebate, en el que explica que no es posible establecer una red de pagos al margen de Fincimex, que trabaja con Western Union desde 1998.
La Administración de Donald Trump ha dado marcha atrás durante los últimos cuatro años al acercamiento con La Habana promovido por el anterior presidente, Barack Obama, y endurecido el embargo financiero vigente desde hace seis décadas con la mira puesta en la ya deteriorada economía de la isla.
Las sanciones de los dos últimos años se han dirigido a sectores estratégicos para las arcas estatales como el turismo, las remesas o las misiones médicas y han incluido la prohibición de los cruceros y el veto a los vuelos desde EE.UU. a todos los aeropuertos cubanos excepto el de La Habana.
Fuente: El Clarín