Raúl Tortolero,
La reciente y extensa reunión entre Xi Jinping y Vladímir Putin en Moscú representa una consolidación del bloque duro antioccidental, esa mezcla de ausencia de derechos humanos, de control social comunista y de capitalismo de Estado, que hemos de llamar «Eurasia» (reinterpretando las bases de este concepto trabajado por Alexsandr Dugin) y que tiene como objetivo ser la nueva hegemonía mundial, destronando a Estados Unidos, la OTAN, Europa y al dólar.
Ese bloque, al que además están aliados otros países, como Irán, y en América las dictaduras (claro) de Cuba, Venezuela y Nicaragua, es mucho más poderoso de lo que puede calcularse y será realmente complicado para un Occidente hundido en el fango woke, hincado sin religión, confundido en su sexualidad y «género», y atado a narrativas dominantes de «víctimas» históricas buscando revancha, prebendas, dinero y cuotas de poder.
Para empezar, ya más de 20 países están en Hispanoamérica inscritos en la Nueva Ruta de la Seda del Dragón Rojo, que no es otra cosa que un vil colonialismo al que los sátrapas de izquierda que gobiernan nuestras tierras han entregado nuestras soberanías, a cambio de fondeos y el cobijo para reelegirse a perpetuidad.
Los republicanos en Estados Unidos acusan a Joe Biden de ser un inepto que ha logrado que hagan equipo sus dos peores enemigos, Rusia y China, que en la historia no habían tenido estos grandes acercamientos. Con Donald Trump no había invasiones rusas a Ucrania, y China tuvo que pagar impuestos extra ante una competencia comercial desleal en varios rubros.
Pero hoy todo es distinto, y los mandatarios –diríase el «Zar» ruso actual, y el «mandarín» chino– de ambos países, han alcanzado la máxima cumbre de una amistad basada en intereses comunes para dominar al mundo en pocas décadas.
Eurasia es, así, el verdadero Nuevo Orden Mundial, que se ve beneficiado del trabajo de las elites progre-globalistas y su búsqueda por también establecer un NOM, para el que impusieron ideologías, candidatos, movimientos, instituciones, durante décadas, sumando ladrillos para obtener sociedades homosexualizadas y abortistas, con los más bajos índices de natalidad posibles, ateas o anticristianas, que rechazan la familia natural, el matrimonio, la maternidad, y aman la liberalización de las drogas y una cierta sexualidad desbocada desde los ojos conservadores.
Iban ya muy avanzados los globalistas en estos afanes, pero no calcularon la potencialidad de la suma de China y Rusia, y sus aliados, es decir, el surgimiento hegemónico de Eurasia, que se ve ahora beneficiada para sus fines de control social y dominio mundial, de un Occidente postrado y en ruinas, ocupado en cursos de ideologías de género, micromachismos, y nuevas masculinidades, en todos los niveles gubernamentales y universitarios, y con mentalidad de supremacismo progresista, incapaz de enfrentar las lanzadas de una Eurasia no erosionada por ideas venenosas.
La integración y cooperación de Rusia y China no es un juego y por ejemplo en 2022, llegó a un récord histórico con 190.000 millones de dólares de intercambio comercial. Esta cifra representa un fuerte avance si tomamos en cuenta que en 2001, ambas naciones firman el “Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa entre la República Popular China y la Federación Rusa”, que se proponía aumentar el intercambio comercial. En tal año se alcanzó un volumen de 10.000 millones de dólares.
Hay al menos tres claves para analizar este encuentro de Putin con Xi Jinping (que se reelige por tercera vez, camino a su eternización, emulando a Mao Tse Tung): una, el estrechamiento militar entre ambas naciones, lo cual comprende una defensa conjunta y geoestratégica, la visión de Estados Unidos como principal amenaza a la seguridad internacional (léase de sus dos naciones y sus intereses), y los ejercicios duales armados que siguen efectuando en diversas zonas desde al menos hace un año, al comenzar la invasión a Ucrania.
Dos, la profundización en la codependencia de sus economías, con el reemplazo de empresas occidentales en Rusia que salieron como represalia por la guerra, con empresas chinas, pero sobre todo su cooperación en materia energética a gran escala, con proyectos que incluyen “petróleo, gas, carbón, electricidad y energía nuclear».
En este renglón resalta que China podrá proveerse de gas de Rusia, beneficiando la economía de este país en guerra, ante la suspensión (y sabotaje) del gasoducto Nord Stream 2, propiedad de la empresa estatal rusa Gazprom y ya terminado desde finales de 2021, que surtiría el producto a Europa, en especial a Alemania (que al final ya no lo autorizó ante presiones de Estados Unidos), por otro que lo distribuiría en China, a través del “Power of Siberia 2”, que se extendería cruzando Mongolia».
Y tres, la falta de una condena a la invasión a Ucrania por parte de Xi Jinping, o bien, la ausencia de una conversación sobre este tema con fines del establecimiento de un fin al conflicto.
Traducción: China apoya a Rusia en la toma de zonas de Ucrania, como avanzada y laboratorio de lo que pronto será su invasión a Taiwán, ambos países cercanos a estas grandes potencias, y considerados como «zonas de influencia» de sus dominancias.
Y si bien la tercera guerra mundial ya ha comenzado y se libra entre Eurasia y Occidente con golpes blandos, que pueden incluir ataques con virus, o fentanilo, e incursiones con globos aerostáticos «espías», hay que subrayar que ocurre también en territorios tercerizados, como por ahora, justamente, Ucrania y Taiwán, pero también México y otros países del continente americano en donde lacayos del colonialismo rojo como Luiz Inácio Lula da Silva y Alberto Fernández, pero también Evo Morales y Rafael Correa, Gabriel Boric y Gustavo Petro, venden sus soberanías con tal de perpetuarse en el poder.
Y si alguien duda que Eurasia está ya construyendo con todo un Nuevo Orden Mundial, aunque no le llamen de esta manera, aquí nos despedimos con el titular principal de la agencia estatal china Xinhua, sobre el encuentro de los presidentes: “Xi y Putin acuerdan profundizar asociación estratégica integral de coordinación en la nueva era”.