domingo, noviembre 24, 2024
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Y mientras, Cuba espera

ANTONIO G. RODILES,

La realidad cubana se degrada y uno se pregunta si existe un límite. Década tras década, las esperanzas y el optimismo renacen para enseguida desvanecerse, en un ciclo que parece no tener fin. ¿Por qué no logramos el fin del régimen?

El castrismo es sin dudas astuto para retener el poder, pero desastroso en proporcionar condiciones básicas en la vida de los cubanos. Ha sabido exacerbar y manejar todo tipo de sentimientos, algunos muy bajos, para maniobrar y sortear el descalabro. Buscar alianzas y explotarlas, sobreviviendo en momentos de profundas crisis.

Las fuerzas democráticas, no se han rendido pero tampoco hemos tenido un camino coherente y efectivo para lograr la tan deseada libertad.

Intringulis de un status quo
Durante este largo período la dinámica cubana se ha viciado y enquistado. Individuos y grupos que dicen desear la libertad, han terminado convirtiendo la causa en un modo de vida. La falta de interés y compromiso real con la libertad de nuestra Isla, por parte de las democracias occidentales, continúa jugando en contra nuestra. La Doctrina Reagan, enfocada en no aceptar la convivencia con sistemas totalitarios como norma, fue solo un breve paréntesis en una larga historia plagada de conformismo y tolerancia con el mal.

Las democracias amagan con apoyar la libertad de pueblos sometidos, pero el intento ha terminado en instituciones burocráticas que, además de imponer sus propias agendas a los grupos que deben ayudar, consumen casi en su totalidad, los presupuestos destinados a los mismos. Este nefasto acomodo contribuye a que millones de seres humanos, no tengan la menor oportunidad o esperanza para dar fin a los regímenes oprobiosos que los someten.

En el caso cubano la historia de indecisiones, estrategias a medias, debilidades y complicidad por parte de las naciones democráticas, es larga. Comenzó desde el mismo 1959 y permanece vigente.

A partir del fin del comunismo en Europa del Este, se asumió que con el tiempo el castrismo se iría erosionando y finalmente se desvanecería. La realidad ha sido otra: el totalitarismo ha sabido mutar para sobrevivir, y en su camino ha creando y sumado nuevos aliados, enemigos por naturaleza de los Estados Unidos.

La política exterior de los EEUU sigue teniendo como uno de sus paradigmas la oscilación entre dos alternativas: la Contención y la Détente (contención y distensión). Washington sostiene esa fantasía aunque la historia muestra que ningún régimen despótico se mantiene en sus predios sin intentar reclutar nuevos espacios y aliados.

¿Qué forma ha tomado esa política Contención-Détente en el caso cubano? Han sido dos las versiones aplicadas por demócratas y republicanos:

1) La versión republicana consiste en ejercer más presiones sobre el régimen, esencialmente mediante sanciones económicas, que aunque dificultan y ralentizan los planes de la dictadura, no logran por sí solas el fin de la misma, por lo que son una condición necesaria pero no suficiente. Nunca se ha contemplado un apoyo serio a una fuerza política en el interior de la Isla, que tenga la capacidad de remontar al castrismo. Durante la administración de Donald Trump, fue evidente que esa falta de estrategia, o planes incompletos, vinieron precisamente de los legisladores cubano-americanos, ya sea por desconocimiento real del terreno, por falta de voluntad política, o una mezcla de ambas.

Sin embargo, aún siendo una política fallida, los legisladores lograron ganar un capital político mostrando un discurso inflexible contra el castrismo. Este sector ha escogido siempre a ciertos actores del ámbito opositor en el exterior, para darles su respaldo político, lo cual ha facilitado en ciertos círculos la obtención de recursos, presupuestos y colaboración con instituciones y ONG. Los opositores en el interior de la Isla asociados a estos actores quedan generalmente supeditados a las agendas de estos, para no decir completamente maniatados. Es muy importante señalar, que la tendencia de la mayoría de las instituciones y ONG tienen una marcada posición liberal.

2) La versión demócrata, ofrece la visión de que mediante una política de “engagement” o compromiso, se logrará penetrar y doblegar al castrismo o al neocastrismo con el tiempo. Afirma que las políticas de mano dura no dan resultado y esto a pesar de que en casos anteriores, como durante el período de Jimmy Carter (1977-1981) haya quedado demostrado que constituyen un auténtico fracaso.

Sin embargo, la administración de Barack Obama (2009-2017) continuó esta lógica que a su vez tiene dos vías, ambas con elementos que proporcionan jugosos dividendos tanto en lo político como en lo económico.

En la primera de estas vertientes, un grupo de individuos sin escrúpulos, participan o fundan negocios con los que lucran sacando provecho de la desgracia del cubano. No cabe dudas de que este grupo de testaferros ha estado y está completamente penetrado por el régimen. Se trata de una vertiente que estimula el clientelismo político, la corrupción y la complicidad con La Habana.

La otra vertiente implica la colaboración con múltiples instituciones burocráticas (privadas o no) cuyos discursos abogan por la defensa de los derechos humanos del pueblo cubano, pero que en general están marcadas por las agendas globales de la izquierda, en particular, las políticas de minorías o identidad grupal. Estas instituciones tienen como peldaño inmediato la enorme y poderosa red de ONG que lucran con el tema cubano, y por esta razón se atienen a sus agendas. Una impresionante cantidad de recursos se destinan a salarios, alquiler de oficinas, boletos de viajes, hoteles, viáticos, talleres, y mucho “bla bla blá”, en el exterior. Después de este peldaño, casi como pretexto, y dejados en un segundo plano, se encuentran los activistas y opositores de la Isla, quienes reciben poquísimos recursos para llevar adelante su trabajo. El activismo de ellos depende exclusivamente de estas ONG y de la promoción que quieran hacerles.

La situación de la oposición dentro de la Isla es muy precaria, debido al abandono y la carencia de apoyo. Muchos grupos se han dispersado, roto y sus miembros han tenido que abandonar el país por sus propios medios. La situación de los presos políticos y sus familias no es muy diferente. Siguiendo su vieja costumbre, el régimen los mantiene como posible moneda de canje. Las figuras políticas con mayor visibilidad y apoyo, se escogen y se promueven desde el exterior.

Las tribunas mediáticas
Otro elemento de esta compleja cartografía es la prensa. Muchos medios reciben presupuestos por parte de las instituciones mencionadas. Es la razón por lo que sus líneas editoriales responden a sus donantes.

En esta estructura existe, por supuesto, una gran promiscuidad ideológica. Se le echa mano al individuo o proyecto de marras para mantener en vilo al auditorio. Priman las falsas expectativas, así como la ausencia de pensamiento crítico y debate democrático. Casi todos repiten sin cesar que el castrismo ya está sollozando y muerto de miedo. El periodismo profesional ha ido perdiendo terreno, mientras el protagonismo se lo llevan las efectistas redes sociales.

Muchos youtubers y llamados influencers ganaron visibilidad con la administración anterior, en general alineados con la agenda de Cuba Decide y adquiriendo un estatus per secula seculorum. Aunque han sido una herramienta para la denuncia, las direcciones escogidas por ellos se han torcido, debido a la búsqueda constante de audiencia. En su modus operandi prevalece el ataque virulento, la difamación, la manipulación, el bullying, la grosería contra todo el que se les oponga o discrepe. A esto suman como norma las constantes falsas expectativas y la mentira.

¿Y de Cuba, qué?
El castrismo vive uno de sus peores momentos. La crisis actual es profunda. Priman una marcada descapitalización de toda la economía y una ausencia de liderazgo en sus propias filas. El Poder intenta revivir viejas alianzas, pero no logra recibir el impulso necesario que frene el estado cataléptico del país. En estas condiciones ha adoptado las políticas de identidad grupal o minoritarias (racial, LGBTIQA+, feminista, ambientalista, etc) como fórmula para acercarse a la nueva izquierda y legitimarse como revolucionarios de nuevo tipo.

Dos bloques principales conforman la estructura del Poder. Por una parte, la familia Castro y su corte y, por otra, los que tratan con el pueblo y dan la cara. Los del primer bloque se ocupan de facturar en grande: relaciones con empresas extranjeras, testaferros colocados en puestos clave en todo el mundo, etc. El otro bloque, el que da la cara, vive del clientelismo y la corrupción, sacando pequeños beneficios según sus posibilidades y sus márgenes de maniobras.

La supervivencia del régimen radica en su aparato represivo y de control. Ya el elemento ideológico no tiene prácticamente peso, a pesar de que el adoctrinamiento y el miedo infundido siguen siendo razones para el control del pueblo.

No se puede dejar de mencionar el uso efectivo que hace el totalitarismo, de la amenaza y éxodo migratorio contra los EEUU. Logrando siempre obtener importantes concesiones de los norteamericanos.

La problemática cubana abarca toda la diáspora, en especial al sur de la Florida. Miami es un territorio de pulseo entre dos grupo de intereses: los promotores del “engagement” y los que pujan por la “mano dura”. Los puntos en común: el activismo en la Isla no es el foco principal, ambos están penetrados por el «hombre nuevo díscolo”, variante anticastrista del hombre nuevo. ¿El perdedor?: el exilio tal y cómo se había mantenido durante las últimas cinco décadas y, por supuesto, el pueblo de Cuba que seguirá esperando y, como siempre, quedará en un segundo plano.

La dinámica descrita se ha convertido en un fuerte obstáculo para lograr la libertad de la Isla. Sin un golpe de timón, seco y certero, seguiremos navegando sin rumbo.

Fuente: Diario Las Américas

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