miércoles, noviembre 27, 2024
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Medardo Mairena, líder campesino, testigo del ensañamiento de Ortega

MIAMI — Es uno de los expresos políticos que presenta mayor deterioro físico, luce pálido y muy delgado porque perdió más de 80 libras en una celda de castigo donde pasó la mayor parte del encierro, se trata de Medardo Mairena, líder del Movimiento Campesino, el rostro más visible de la represión, las torturas y el martirio que vivió a manos del régimen de Daniel Ortega, recientemente excarcelado.

Mairena es uno de los 316 opositores desterrados a Estados Unidos y despojados de la nacionalidad nicaragüense, un hecho inconstitucional y sin precedentes.

Junto a otros 221 opositores que permanecían en las mazmorras del régimen, Mairena fue sacado de la celda y llevado al aeropuerto en Managua, la capital de Nicaragua, la madrugada del 9 de febrero, sin imaginar que le esperaba el destierro del país donde nació y al que no podrá volver mientras Ortega esté en el poder. Una semana más tarde, el régimen sandinista les quitó la nacionalidad a otros 94 nicaragüenses.

La dictadura les acusa de cometer actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo, de

incitar a la violencia, el terrorismo y la desestabilización económica, todo por demandar cambios políticos en el país, y por eso los despojó de la nacionalidad.

Les declaró «traidores a la patria», les inhabilitó, según el régimen, «de forma perpetua para ejercer la función pública», o de participar para cargos de elección popular.

“Es difícil saber que no tienes patria por decisión de Ortega, saber que no puedes entrar a tu país porque alguien se cree dueño de Nicaragua, (estoy) hablando de la familia Ortega Murillo”, apuntó Mairena, encarcelado junto a otros dos líderes del Movimiento Campesino Pedro mena y Freddy Navas.

Mairena, exprecandidato presidencial estuvo 18 meses encarcelado, fue arrestado el 5 de julio de 2021, cuatro meses antes de las elecciones. Fue detenido junto a otros seis aspirantes presidenciales por órdenes de Ortega, que fue a unos comicios sin adversarios políticos y se adjudicó un cuestionado “triunfo” en unas fraudulentas elecciones con más del 80% de abstención, de acuerdo con organismos que monitorean los comicios.

Fue sentenciado a 13 años de cárcel por «conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional», era su segunda condena. La primera fue en febrero de 2019, fue condenado a 216 años de prisión. Meses más tarde fue excarcelado bajo una ley de amnistía aprobada por la dictadura sandinista para “proteger” a los paramilitares y policías involucrados en los crímenes durante las protestas de abril de 2018. Ortega es señalado de crímenes de lesa humanidad por organismos de derechos humanos y de la muerte de más de 350 manifestantes.

“La chiquita”
El líder campesino estuvo la mayor parte de su detención en una celda de castigo en el Chipote, conocida como “la chiquita” en la cárcel de Dirección de Auxilio Judicial de la policía, una celda hermética, sin ventilación donde apenas alcanza un camarote, con acceso limitado al agua, y un orificio en el piso para realizar las necesidades fisiológicas.

“Me tuvieron en una celda de castigo por más de 14 meses, es una celda donde ningún ser humano debería de estar, resistí, pero sentí que me estaba enfermando demasiado”, relató.

El líder campesino solicitó la atención de un médico privado debido al deterioro de salud, las dolencias en una rodilla, problemas de circulación sanguínea, y pérdida de peso, pero la petición fue ignorada.

A los problemas de salud, se sumaba la poca alimentación que le suministraban, perdió peso por falta de comida. Se declaró en huelga de hambre tras meses de encierro en la celda de castigo, fue así como lo trasladaron a una celda de mejores condiciones semanas antes de su excarcelación y destierro.

“Fue muy duro para mi salud y me ha dejado secuelas, la circulación de la sangre, problemas en la rodilla derecha, fue un martirio, una tortura psicológica mantenerte en una situación así”.

Ilegalidad
No es la primera vez que el régimen sandinista destierra a nicaragüenses; durante la primera dictadura (1979-1990) lo hizo con el obispo Pablo Antonio Vega, lo detuvo, desterró y lo trasladó en helicóptero a la frontera con Honduras donde lo dejó abandonado en una zona inhóspita.

Sus acciones violan la Constitución del país que en su artículo 16, establece que son nicaragüenses los nacidos en el territorio nacional, y en el 20 expresa que “ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad”.

El artículo 21 establece que la adquisición, pérdida y recuperación de la nacionalidad serán reguladas por las leyes. Este artículo fue modificado por la Asamblea Nacional controlada por Ortega, para desterrar a los más de 300 opositores.

“La adquisición, pérdida y recuperación de la nacionalidad serán reguladas por las leyes. Los traidores a la patria pierden la calidad de nacional nicaragüense”, dice el artículo reformado.

Confiscaciones
Ortega no solo les ha expulsado y arrebatado la nacionalidad, el régimen sandinista está confiscando las propiedades a los desterrados, una vieja práctica del sandinismo desde 1979. “Se ordenó la pérdida de la nacionalidad nicaragüense, la inmovilización y decomiso de sus bienes inmuebles y sociedades a favor del Estado de Nicaragua, dijo el presidente del Tribunal de Apelaciones de Managua, Ernesto Rodríguez.

“Los campesinos lo que hemos pedido es que se respeten los derechos humanos, la propiedad privada por lo cual nos tuvimos que organizar para evitar nos expropiaran nuestras tierras”, dijo Mairena.

Se refiere a la organización de los campesinos tras la amenaza de la aprobación de la ley del “Gran Canal Interoceánico en Nicaragua”, en junio de 2013, una concesión otorgada por Ortega al empresario chino Wang Jing, presidente de la firma del grupo Hong Kong Nicaragua Canal Development (HKND), a cargo del proyecto, que pretendía atravesar el país con supuestas “grandes infraestructuras”, cedía la soberanía, amenazaba a los campesinos con expropiaciones, y la destrucción del medio ambiente. Un proyecto que 10 años después solo quedó en ley, y que al parecer pretende despojar de sus tierras a los campesinos.

Reorganizarse
Hoy Mairena y los otros 315 nicaragüenses, se encuentran desterrados y sin bienes.

Acostumbrado a producir la tierra, Mairena y los otros dos líderes del Movimiento Campesino se enfrentan a una nueva vida, en un país extranjero, con otra cultura, y no queda más opción que reorganizar sus vidas en medio de la separación familiar.

“Es bien difícil para mí saber que no estoy con mi familia, la reunificación es lo más importante porque como padre de familia tengo mi responsabilidad con mis hijos, mi esposa, mis padres, toda esa parte es bien difícil, pero estamos tratando de salir adelante”, manifestó.

Afirma que su situación no es única, que la están viviendo miles de nicaragüenses que han llegado a Estados Unidos de manera ilegal debido a las políticas de Ortega. “Que nuestra familia y amigos tengamos que violar leyes en otro país para poder entrar de una manera clandestina o entregarnos a las autoridades en busca de refugio, es difícil, lo que deseamos es una solución a la crisis del país”, subrayó.

164,600 nicaragüenses ingresaron a Estados Unidos en el período fiscal anterior, y 94,590 en los primeros cuatro meses del actual que inició en octubre de 2022. Otros miles de nicaragüenses han migrado a destinos como Costa Rica, España o Canadá.

“Lo que queremos es regresar a nuestra patria, vivir con nuestra familia y gozar de la libertad que merecemos porque nadie se merece estar expatriados, y ser encarcelados de manera injusta.

“Como hombre de fe he salido fortalecido espiritualmente, creo en Dios y la liberación nuestra es un milagro y tengo la fe en que nos hará también el milagro de la liberación de nuestra patria, de los hermanos que quedan presos, 39 quedan en las mazmorras del régimen incluyendo al obispo Rolando Álvarez y otros dos sacerdotes”, expresó.

Mairena cree importante encontrar una salida a la crisis sociopolítica en Nicaragua. Mientras tanto, Ortega busca consolidar su dictadura y la sucesión dinástica, aislado de la comunidad internacional y con su principal aliado, Rusia, en medio de una guerra tras invadir Ucrania.

Fuente: Diario Las Américas

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