sábado, septiembre 21, 2024

La salida

CAMILO LORET DE MOLA,

El hermano de Diana agota el saldo de su celular llamando a cuanta persona conoce en Miami buscando una respuesta que le convenza y que no consigue. Su esposa pelea porque el dinerito que arañan en el negocio se está yendo en las llamadas y no en la comida de los niños, “imagínate, no es solo Miami, él habla con Diana, un día sí y el otro también”.

El hermano encontró un atisbo de esperanza en la conversación inicial que tuvimos, por eso me llama constantemente, pidiéndome novedades y comentado lo que otros le han dicho.

Diana vendió todo y completó con lo que su hermano le dio para viajar a Nicaragua. “Pero dicen que Biden cerró la frontera y no sabemos que hacer, ¿le damos para atrás o seguimos hasta que suenen los tambores?”.

Para empeorar, ahora la esposa del hermano también llama, “por favor resuelvan algo porque Diana no puede volver, no tiene a donde, ni tiene con qué”, insiste.

Me queda grande el título de consejero por cuenta propia que la familia de Diana me ha otorgado, a duras penas consigo repetirles lo que la abogada experta en inmigración Laura Jiménez dice en televisión y resulta que de alguna forma ellos también ven sus segmentos desde Cuba, así que no hay primicias, es más un repaso de lo que ya saben, de lo que ya vieron.

“La abogada Jiménez dice que si ella pide una cita la dejan pasar, pero que si va directo la botan el mismo día, entonces, ¿cerraron o no la frontera?”, me dice el hermano desesperado.

Luego llama la esposa, “¡una cita desde México! eso es más gasto, en lo que espera el turno, si es que se lo dan, ¡y venga dinero, y venga celular”, reclama como si yo manejara los hilos de la crisis.

Pensé que había encontrado la salida al facilitarle los números de la abogada, como les inspira confianza pues que conecten directo. Lo hicieron, pero… ¡me siguen llamando!, cada vez con más preguntas y yo con menos respuestas.

Nada les convence. Les comento que la abogada dijo que será muy difícil poner en marcha las nuevas restricciones, “de cualquier forma el riesgo está”, cuando les digo que piensen en abortar, la esposa me llega a increpar, “¿Cómo se te ocurre? ¡Qué fácil compadre!”.

Hay días en que no tengo fuerzas para contestarles, pero termino cediendo y volvemos al callejón sin salida de todas las llamadas. La esposa por momentos trata de ser condescendiente: “aquí también nos toca lidiar con Diana, así que no te quejes que lo tuyo es solo con nosotros”.

Diana cuenta que hay centenares de cubanos en la misma situación y que siguen llegando a Nicaragua donde ella ha decidido esperar hasta que se aclaren las cosas, aunque en cualquier momento le ponen la precisa: o continúa o regresa.

El cambio del escenario migratorio está cerrando la única vía de escape que el régimen y los cubanos tienen ahora mismo para aliviar la presión interna. De la opción de las balsas me dice el hermano, “te devuelven enseguida, si es que llegas” … “todos los días hay noticias de los que traen los guardacostas americanos, da igual si coronan o si los agarran en el mar, no tienen chance”.

La esposa me hace cómplice de su frustración, “Imagínate, ella era la avanzada, detrás íbamos con los niños y mi suegra, ahora no sabemos qué pasará con Diana, pero para nosotros todo se acabó, ¡a meterse los apagones sin esperanza!”.

No me atrevo a decirle que lamentablemente y sin lógica, su última esperanza está en el timbre insistente de mi teléfono, aunque yo no los lleve a ningún lado, aunque me desesperen cada veinte minutos.

… “Menos mal que contestas, hasta pensé que te estabas escondiendo” …

Fuente: Diario Las Américas

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