SAN SALVADOR.- Nayib Bukele será investido por segunda vez como presidente de El Salvador este sábado, en una ceremonia marcada por la controversia constitucional y la ausencia de los legisladores de los principales partidos de oposición, Arena y Vamos, quienes han decidido no acudir a la investidura, argumentando que este segundo mandato es inconstitucional.
En ese sentido, la diputada Marcela Villatoro de Arena declaró que su decisión se basa en la «coherencia» de sus principios, mientras que Claudia Ortiz de Vamos afirmó que asistir iría en contra de su juramento de «cumplir y hacer cumplir la Constitución».
A pesar de la ausencia de la oposición, la ceremonia contará con la asistencia de varios líderes internacionales. Entre ellos destacan el presidente argentino Javier Milei y el rey Felipe VI de España, quienes coincidirán en plena crisis diplomática entre sus países. También se espera la presencia del presidente paraguayo Santiago Peña y una delegación de Estados Unidos. Por otro lado, el presidente guatemalteco Bernardo Arévalo también confirmó su ausencia.
El ascenso de un «todopoderoso» Bukele
Con una popularidad que ronda el 85% de los votos en las elecciones del 4 de febrero, Bukele consolidó un poder casi absoluto, controlando no solo el Congreso sino también otras instituciones del Estado. Este joven publicista de 42 años construyó su imagen a través de una implacable campaña contra las pandillas, declarando que bajo su mandato El Salvador ha pasado de ser «el país más peligroso del mundo» al «más seguro del hemisferio occidental».
Sin embargo, este cambio se ha logrado bajo un régimen de excepción instaurado en marzo de 2022, que ha llevado a la detención de más de 80.000 presuntos pandilleros, a menudo sin órdenes judiciales. Por ello, organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han denunciado violaciones a los derechos humanos, incluyendo muertes y torturas entre los detenidos.
Críticas y desafíos futuros
Internamente, el desafío más grande de Bukele sigue siendo la economía, con casi un tercio de la población viviendo en la pobreza. Críticos como el juez Juan Antonio Durán han expresado su preocupación por la falta de un programa de gobierno claro y por la incertidumbre que rodea el futuro del país bajo su liderazgo.
Con un control casi absoluto del Congreso, el mandatario salvadoreño tiene ahora la capacidad de realizar reformas constitucionales, un camino que algunos analistas temen podría llevar a un esquema de reelección indefinida. A medida que El Salvador se prepara para este nuevo capítulo, las tensiones y las expectativas siguen siendo altas tanto dentro como fuera del país.