La Constitución estadounidense exige una mayoría de dos tercios, 67 de los 100 senadores, para destituir a un presidente, un apoyo prácticamente inalcanzable para la oposición demócrata que tiene 47 escaños en la Cámara Alta del Congreso.
El mandatario, que lanzó su campaña para ser reelegido, tiene prisa por dejar atrás el juicio en su contra. Según sus allegados, espera ser absuelto antes de pronunciar su tradicional discurso sobre el estado de la Unión, el martes 4 por la noche ante la Cámara de Representantes.
Frank Rodríguez, analista político republicano, opina que “esto siempre ha sido un ruedo donde no ha existido una espada ni un matador que pueda acabar con el presidente Trump”.
Sobre las consecuencias de este proceso político contra el líder electo de la principal potencia del planeta, Rodríguez argumentó que “cuando hay una acusación, casi siempre queda un mal sabor. Para los demócratas, si el Presidente sale absuelto, quedará en sus mentes la presunta culpabilidad; pero para quienes lo respaldamos, el proceso injusto nos reafirma las verdaderas intenciones de la izquierda y fortalece nuestra defensa al líder, que desde que llegó al poder ha trabajado de forma incansable para beneficio de la nación”, puntualizó el analista republicano.
Una absolución sería «lo mejor para el país», dijo el jueves el abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone.
“Juzgar al Presidente es un asunto de Estado. Es la máxima figura del país, en verdad el mandatario más poderoso del mundo, y poner en duda sus funciones hace sangrar a la nación”, comentó a DIARIO LAS AMÉRICAS, Mario Tavares, profesor de Ciencias Políticas de Fordham University, en Nueva York.
Los demócratas «intentan retirar el nombre del presidente de las papeletas de voto a unos meses de los comicios», lamentó.
Para el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, un proceso sin testigos no tiene sentido.
“Si mis colegas republicanos se niegan a considerar testigos y documentos, entonces una absolución sería insignificante porque sería el resultado de una farsa de juicio”, dijo el viernes.
Aprovechando su mayoría en la Cámara de Representantes, los demócratas imputaron a Trump el 18 de diciembre, dando inicio a un proceso de destitución.
La investigación dio lugar a intercambios muy tensos entre los representantes demócratas y republicanos. El marco del juicio en el Senado, mucho más estricto y formal, rebajó el tono de los debates sin impedir la emergencia de dos discursos contrapuestos.
Los demócratas acusan a Trump de abuso de poder y obstrucción al Congreso por pedir a Ucrania investigar a Joe Biden, su posible rival en las presidenciales de noviembre, e incluso de congelar una ayuda militar a Kiev para conseguirlo.
Por su parte, el senador cubanoamericano Marco Rubio dijo en un video difundido por su oficina: “Lo que deben entender es que un voto de culpable no es solo expresarse contra el Presidente. Tiene una consecuencia inmediata».
«Nos están exigiendo que removamos al mandatario de su cargo. Eso solamente puede ocurrir con el apoyo bipartidista y sería un último recurso”.
Rubio agregó que “en este caso no hay respaldo bipartidista ni se cuenta con un amplio apoyo popular en un país muy dividido. Si destituimos al Presidente, la mitad del país pensará que fue como un golpe de Estado. Tenemos las elecciones presidenciales en noviembre y esto no sería una opción viable ni beneficiosa en estos momentos para la nación”.
Alan Dershowitz, uno de los abogados de Trump, afirmó que su argumento fue “distorsionado” contra la destitución de Trump.
El ex profesor de Derecho de Harvard se quejó de la manera como se describió su argumento ante el Senado. Ese argumento provocó el rechazo incluso de algunos de los principales aliados de Trump.
“Caracterizaron mi argumento como si yo hubiera dicho que, si un presidente cree que su reelección conviene al interés nacional, puede hacer lo que quiera”, dijo el profesor jubilado. “No dije nada por el estilo, como puede expresar cualquiera que me haya escuchado”.
Durante dos días, los senadores interrogaron a los demócratas de la Cámara de Representantes que fungen como fiscales en el caso y al equipo de la defensa del presidente republicano.
En las dos últimas décadas John Bolton, quien ha sido foco central en el proceso, fue un abanderado de la causa conservadora, un halcón republicano cuya visión del mundo ayudó a dar forma a la política exterior de los republicanos.
Bolton sirvió 17 meses como asesor de seguridad nacional y tuvo acceso al funcionamiento del Ala Occidental y del Gabinete en la Casa Blanca, sobre todo en conexión con asuntos internacionales.
A modo de resumen, el impeachment contra el presidente Trump ha sido el recurso demócrata para intentar subsanar los errores del Partido y la falta de un candidato con poder real de convocatoria y con una plataforma bien perfilada hasta el momento, que pueda contrarrestar la actual gestión del Presidente, quien se perfila con solidez en su segunda campaña electoral para su reelección.
Muchos consideran que la falta de evidencias y titubeos de los demócratas durante el proceso, que ha sembrado más dudas que respuestas, ha beneficiado al Presidente. Pero queda por ver el verdadero alcance de las consecuencias del impeachment para uno y otro bando político, en una nación que continúa dividida y con unos nueve meses aún por delante de las elecciones presidenciales.
Fuente: Diario las Américas