domingo, noviembre 24, 2024
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El PRO encara su peor batalla y el kirchnerismo recarga la interna: todos aceleran en medio de la crisis

Esta semana va a redondear una imagen, parcial pero potente, de contradicciones en medio de la crisis. El arranque -sin final a la vista- está tomado por la peor y a la vez crucial batalla en el interior del PRO, con sus estribaciones entre los otros socios de la coalición opositora. El kirchnerismo, sin claridad sobre la estrategia electoral pero concentrado en mantener el poder interno, vuelve a cargar en la calle contra la Justicia. Y lo que viene como señal de la economía es un nuevo dato alarmante sobre la inflación, con especial impacto en los rubros más sensibles de consumo.

No es novedad el modo en que se realimenta ese círculo -la lucha por los liderazgos cruzan de diferente modo a todos los espacios- y hasta resulta natural la tensión combinada entre economía y calendario electoral. Lo significativo es que no hay rastros de discusión sobre la crisis; apenas reacciones puntuales frente a algunos datos -precios, pobreza- como ocurre frente a hechos graves de inseguridad. Y lo más llamativo es que, en general, dirigentes y funcionarios reconocen en privado la disociación con los problemas centrales del grueso de la sociedad, y sus posibles costos políticos.

El PRO acaba de sumergirse en la más grave disputa desde su creación. En la oposición consideran que era inevitable: se trata de resolver no sólo candidaturas, sino también de proyectar cuál sería el juego de poder doméstico en caso de volver a la Casa Rosada. Eso -es decir, el tipo de conducción y el sistema de decisiones en un posible ejercicio de gobierno- es lo que está en discusión. Lo expone la decisión de Horacio Rodríguez Larreta pero, antes, lo precipitó el renunciamiento de Mauricio Macri a cualquier candidatura. El enojo actual confirma las tensiones por su lugar en el tablero propio.

El ex presidente había dejado en claro que su paso -complicado hasta en lo personal- no significaba colocarse al margen de las resoluciones domésticas, con gravitación en el entramado general de Juntos por el Cambio. Por eso mismo generó expectativa, fuera de los elogios iniciales, hacia el interior del PRO y en las filas de la UCR, la CC y otros integrantes de la sociedad opositora. Excluirse de la competencia directa, como candidato, constituía un desafío no sólo individual, sino políticamente amplio y nada menor.

Como hipótesis, se manejaba en las filas del PRO que únicamente María Eugenia Vidal abandonaría la carrera por la candidatura, para algunos inesperada, si Macri competía. Patricia Bullrich decía que igual seguiría anotada y Rodríguez Larreta reafirmaba su voluntad de pelea, con el agregado que representaría en términos de manejo político ganar las primarias.

Eso, finalmente, no ocurrió. El mensaje del video con que Macri anunció su renunciamiento a la carrera por la candidatura provocó un alivio curioso en cuanto a las interpretaciones. En el círculo de Rodríguez Larreta registraban una brisa positiva por el tono más bien de consenso. Y cerca de Bullrich anotaban como un guiño la referencia a la necesidad de firmeza, traducida como dureza. De inmediato, las presiones para consagrar sin demoras a Jorge Macri como único candidato a la sucesión porteña expusieron que no era el final sino el inicio de las batallas de fondo.

El llamado a elecciones “concurrentes” para las PASO y las generales en la Ciudad resulta, entonces, otro síntoma, no el problema. El modo elegido -el mismo día, elección nacional con lista sábana y elección local con boleta única electrónica- es rechazado por el macrismo “duro” porque considera que favorece a Martín Lousteau y que expone una medida inconsulta. Del otro lado, destacan que se trata de una decisión inherente al jede de Gobierno y que la boleta única es una bandera macrista y de JxC.

En rigor, la discusión es otra. El cortinado de fondo, como expresión agitada linealmente, es la experiencia de poder invertido en el frente oficialista, es decir, la relación de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández. Así lo plantean sin vueltas desde el “larretismo”, aunque el tema no es sencillo para él mismo y no se reduce a la interna.

Rodríguez Larreta decidió dar la pulseada con Macri. Es un dato político fuerte. Pero ahora la cuestión es cómo se planta en esta doble carrera, hacia el interior y hacia afuera. En el plano interno, el camino asoma duro, aunque también serán puestos en evaluación cada gesto frente al oficialismo y el sentido de su planteo de amplitud como promesa de gobierno. Dicho de otra forma: podría pagar un costo pesado si sólo queda como una jugada doméstica que afecta a Macri y no es traducida con definiciones igualmente potentes frente al Gobierno y otros competidores.

Bullrich también enfrenta un desafío, aunque quizás en sentido inverso. Está claro su perfil de batalla contra el oficialismo y la disputa implícita con la franja electoral que se supone atraída por Javier Milei, algo que inquieta de igual modo al kirchnerismo. El punto es si su candidatura queda teñida exclusivamente por el sello de Macri. Es un tema para su estrategia y, al mismo tiempo, un interrogante sobre el modo en que se manejará el ex presidente más allá del enojo inicial.

La pelea en el PRO alcanzó para correr por unos días el foco de la interna oficialista. De todos modos, mañana recuperará la primera línea. La Cámpora y otros espacios del kirchnerismo duro marcharán a Tribunales para reanimar su ofensiva sobre la Corte Suprema y la justicia en el general. Otra vez, hablarán de “mafia judicial” y la consigna “romper la proscripción” volverá al centro del discurso en respaldo de CFK.

El kirchnerismo, sin embargo, no termina de cocinar su estrategia electoral. Algunas cosas están claras: quieren dejar totalmente fuera de juego a Alberto Fernández y blindar la provincia de Buenos Aires para las PASO, que parece por ahora un partido inevitable. Igual, buscarán dejar sin margen alguno al Presidente en territorio bonaerense. ¿CFK 2023? Nadie está en condiciones de jurar cuál es el plan personal de la ex presidente, fuera de lo dicho: conservar el poder en el frente oficialista. La pelea por la candidatura principal no depende sólo de eso, sino además del andar de la economía.

Es curioso, porque la exposición del oficialismo parece sin conexión efectiva con el factor que más lo inquieta. Un día después de la concentración frente a Tribunales, el INDEC informará la inflación de marzo. Los datos conocidos en estos días y las estimaciones de consultoras privadas hablan de un IPC por encima de la marca de febrero, que fue del 6,6%. Y las proyecciones de los primeros días de abril son inquietantes.

El renglón más grave seguiría siendo el de alimentos y bebidas. Según el IPC de la Ciudad de Buenos Aires, marzo marcó 7,1% en general y 9,1% en ese rubro. Otro relevamiento, de la UMET -vinculada al peronismo porteño- anotó 7,5% y 8,3%. Esa es el trazo más visible en el cuadro económico. También debería serlo para la política.

Fuente: InfoBae

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