Para los más jóvenes, Guillermo Moreno puede representar a un peronista tradicional que anda en solitario, y Miguel Ángel Pichetto al intento del “peronismo republicano” que apoyó en su momento a Mauricio Macri. Sin embargo, los que peinamos algunas canas (y no hacen falta demasiadas), los asociamos inevitablemente al kirchnerismo de los años más duros. Uno, en el INDEC de los índices dudosos y el otro en el Senado, ocupando, nada más y nada menos, que la presidencia del bloque del Frente para la Victoria.
Allí estuvieron hasta 2015, que Cristina Fernández de Kirchner tuvo que abandonar la Casa Rosada. En los años del macrismo, Pichetto pasó de ser la cara kirchnerista en el senado para ser un opositor crítico amigable. Hacia el final de la gestión de Cambiemos, el exsenador kirchnerista se convirtió en el candidato a vicepresidente de un Macri que no consiguió la reelección.
Por el rechazo que generó su gestión, Moreno estuvo guardado más tiempo y apareció cuando Alberto Fernández empezó a hacer agua. Con el gobierno del Frente de Todos con la suerte echada, se convirtió en un crítico desde la supuesta óptica peronista. Acusaba al presidente de “socialdemócrata” y decía que la gestión era contraria a los principios justicialistas. En la última elección quiso candidatearse para presidente, pero le fue pésimo y no pasó el piso del 1,5 % de la primaria para competir en las generales.
Así los encontró la llegada de Javier Milei, al que critican ambos. Pichetto más moderadamente, pidiéndole más consensos con la política tradicional. Moreno pretende cuestionarlo desde el punto de vista conceptual e ideológico, pero pasa papelones cada vez que abre la boca. Es que el mentiroso exsecretario de Comercio pretende cuestionar la perspectiva austríaca y anarcocapitalista de Milei, pero evidencia que no tiene la más pálida idea de lo que está hablando.
Con un peronismo sin liderazgo ni rumbo, y un Sergio Massa que pretende retornar luego de su doble fracaso (como ministro de Economía y candidato a presidente), los dos viejos kirchneristas se mostraron juntos en un programa de radio, donde dijeron que piensan confluir en un espacio interno del movimiento justicialista.
¿Qué quieren proponerle al electorado? Moreno un peronismo arcaico, sin grandes diferencias al original de la década del cuarenta y Pichetto una versión aggiornada de centro derecha, pero que no cuestiona ninguno de los problemas de fondo de Argentina. Se limita a pedir un capitalismo inteligente y a poner restricciones a la inmigración latinoamericana. Un menú pobre para un presidente que parece estar comenzando un momento histórico.
De esta manera comienza a caminar un proyecto de oposición, que la única noticia que trae es la pérdida de influencia del kirchnerismo y la izquierda en el universo peronista. Hasta en el justicialismo reconocen por lo bajo que no son gran cosa. Sin embargo, puede que sea lo más competitivo que tengan. Javier Milei, agradecido.