miércoles, mayo 15, 2024
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El “loco” los enloqueció

Andrés Villota Gómez,

En el año 2022, asistí a una conferencia magistral sobre economía y finanzas públicas dictada por el, ese entonces, diputado Javier Milei. Lo que dijo ese día, no fue nada diferente a lo que dice en su libro, “El Camino del Libertario” que, a propósito, me lo firmó ese día.

Fue lo mismo que expuso durante toda su campaña presidencial, que lo repitió en el discurso de su posesión como presidente de Argentina. Ha sido lo que empezó a hacer desde el primer día en la Casa Rosada y se trata de lo mismo que presentó en la Ley Ómnibus y en el DNU.

Igual a lo que ratificó en su discurso ante el Congreso argentino, que es lo mismo que recoge en el Acuerdo de Mayo y es el mismo paquete de reformas que presentará en diciembre del 2025, ante el renovado Congreso argentino, cuando ya no exista en el recinto sagrado de la democracia, los vestigios de la época más oscura, repugnante, corrupta y asquerosa de toda la gloriosa historia argentina.

Esa coherencia conceptual, esa consistencia en su discurso y esa continuidad en las decisiones de gobierno fortalece, en los mercados de capitales mundiales, la percepción positiva que se tiene sobre el futuro de Argentina porque se elimina la incertidumbre, la peor consejera para un tomador de decisiones de inversión.

El señor presidente Javier Milei, trajo la certeza con una hoja de ruta clara, con un norte definido, con seguridad jurídica, con confianza inversionista, con seguridad democrática, elementos claves para el tomador de decisiones financieras a largo plazo.

Condición primordial para aumentar el apetito por invertir en Argentina, un país en el que el ahorro no existe por culpa de la emisión de dinero desbordada que crea hiperinflación, lo que trae como consecuencia que sea mejor gastar algo, en el presente, antes que guardar para gastar, nada, en el futuro.

El precio de los activos financieros son primas de riesgo. Riesgo de que ocurra o no ocurra, algo que pueda afectar el comportamiento esperado de la empresa emisora de unas acciones o de los bonos emitidos por el Estado argentino o por las empresas privadas argentinas.

Si el riesgo país cae, significa que el costo financiero de Argentina baja. Los cupones de los bonos no tienen que ser adulterados como lo hicieron unos bárbaros kirchneristas, que cambiaban la fórmula para calcular el índice al que estaba atado el rendimiento del bono y poder estafar a los inversionistas.

Es bajar el costo financiero de Argentina, de manera civilizada, reduciendo el servicio de la deuda, liberando capital que se puede destinar para atender las pocas funciones que debe tener un Estado contemporáneo y, por ende, se pueden reducir los impuestos a su más mínima expresión.

El costo financiero de los bonos argentinos cae, porque los inversionistas tienen la expectativa que Argentina va a pagar, no solo por la voluntad del gobierno de pagar sus deudas, sino porque van a contar con los recursos para poder hacerlo porque ya no se los van a seguir robando.

Los grandes fondos de inversión del mundo, están a la expectativa de lo que ocurra en Argentina, durante las próximas semanas, para mover sus capitales y llevarlos de regreso porque el cepo, en las actuales circunstancias, no evita que se fugen los capitales, sino que evita la llegada de inversión extranjera directa y de portafolio.

La toma de decisiones financieras se hace con base a las percepciones sobre lo que va a ocurrir en el futuro porque, cuando se invierte, se compra los flujos futuros que genera un activo financiero, intangible, al que se le asigna valor de acuerdo a las percepciones sobre el riesgo que, en el futuro, sea favorable el entorno económico y productivo, en el que se materializan las expectativas.

En medio de todo este panorama bastante alentador, que en el mundo es percibido como algo muy positivo, los regímenes comunistas de Hispanoamérica y la oposición argentina, lo perciben como algo negativo porque desmonta, para siempre, la posibilidad de seguir saqueando el erario público y, además, extingue la narrativa del nacional socialismo obrero, lo que significa la ruina y la extinción como alternativa política en el futuro.

Sin embargo, los inversionistas, no entienden muy bien, cómo los seguidores del candidato que perdió, están empecinados en que el nuevo presidente desconozca su mandato y que siga haciendo, mejor, todo lo que han hecho los peronistas desde el siglo pasado para que Argentina siga hundida en el hambre y en la miseria.

Se genera ruido en los mercados mundiales por culpa de la extorsión y el chantaje permanentes que ejerce la oposición sobre el gobierno del presidente Javier Milei, acusando de “dictador” al presidente electo de manera democrática, porque no hace lo mismo que ellos hacían.

El establecimiento argentino (“la casta”), está desesperado con la llegada del presidente Javier Milei a la Casa Rosada. No se lo esperaba, no había preparado el trasteo, no habían empacado las maletas, no estaba listo para que eso ocurriera, como si la alternancia y la sucesión del poder en Argentina, de repente, hubiera dejado de ser algo controlado y previsible para empezar a ser un ejercicio democrático, libre de verdad.

Entonces, la oposición argentina redefinió la democracia. El nacional socialismo obrero argentino, considera que el ganador de unas elecciones presidenciales, está obligado a hacer todo lo que el candidato perdedor propuso.

Es decir, Milei debe de hacer todo lo que Massa dijo y todo lo que dice el intermediario de la miseria Grabois, el golfo Pérsico, el magnate sindicalista Moyano, el imputado Alberto, la condenada Cristina y el resto de opositores que, por eso, tienen comportamientos propios de los inquilinos de un manicomio.

El primer síntoma de locura colectiva de la oposición, es que todos quieren que todo cambie, pero también, al mismo tiempo, quieren que todo permanezca igual, idéntico a todo lo que pasaba durante la hegemonía del ultra peronismo más radical de los Kirchner.

Quieren que se acabe la hiperinflación, la pobreza, la inseguridad y el desempleo, pero, también, quieren que siga existiendo una burocracia gigante, que se sigan emitiendo toneladas de pesos argentinos sin respaldo, que permanezca el cepo, que sigan las expropiaciones, que sigan prohibiendo a los policías usar sus armas y que el Estado le siga regalando plata y sus activos a los artistas, a los periodistas, a los sindicalistas y a los líderes sociales.

Esa locura colectiva de la oposición contaminó a un grupo de ultrakirchneristas notables, al mando de José Manuel Ubeira, “El Nostradamus de Recoleta”, que se ganó su fama de vidente y de profeta desde que vaticinó el día, la hora y el lugar de un atentado en contra de su patrona. No solo es un tema de afectación a sus finanzas personales, sino que se trata de evitar que metan a varios a la cárcel. El tiempo apremia.

Ubeira es el impulsor de un juicio político en contra del presidente Milei, por no seguir pagándole el sueldo a los que no iban a trabajar o no existían. Dirige a un grupo de conspiradores que buscan fórmulas para tumbar al presidente Milei, en nombre de la democracia. El mismo caso de locura mística de los miembros del Partido Demócrata que querían tumbar a Donald Trump para defender la democracia estadounidense.

Los periodistas tradicionales que asisten a las ruedas de prensa del vocero presidencial Manuel Adorní, padecen extraños episodios de esquizofrenia en los que ven dictadores militares en todas partes.​ Obsesionados con defender a la democracia, le piden pruebas y confirmaciones, todos los días, al vocero Adorní, de que se va a mantener el sistema corrupto de los Kirchner, al que bautizaron con el nombre de “democracia”, como parte de su locura. La falta de pauta oficial, los enloqueció.

Se han detectado, también, brotes de hibristofilia. La oposición argentina, trata de defender y de lavarle la cara a los hampones, a los terroristas para darles pensiones vitalicias a sus descendientes que, se demostró, muchos, resultaron ser falsas víctimas. Perdieron su credibilidad porque falsificaron una cifra de supuestas víctimas para poder obtener recursos en Europa, causando conmiseración monetizable.

El debate político se redujo a eso en Argentina. Una minoría que trata de “loco” al señor presidente, Javier Milei, por ser cuerdo y usar su sentido común para dejar de hacer las locuras que llevaron a la Argentina a su perdición.

Fuente: Panampost

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