sábado, julio 27, 2024
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Guyana y la guerra asimétrica de Chávez

ASDRÚBAL AGUIAR,

La llamada guerra híbrida – categoría muy reciente de factura militar norteamericana y sobre la que escribe el Pentágono en 2005 – adquiere suceso comunicacional tras la guerra de Rusia contra Ucrania, animada por China con vistas a La Era Nueva y su globalización. Se caracterizaría “por la integración en tiempo y espacio de procedimientos convencionales con tácticas propias de la guerra irregular”. Sostiene Guillem Colom Piella, de la Asociación Española de Escritores Militares, que en esta se suman actividades de guerra informativa, guerra legal, ciber-operaciones, mezcladas “con actos terroristas y conexiones con el crimen organizado para la financiación, obtención de apoyos y asistencia”.

Como modalidad de la guerra que se vuelve propia del siglo XXI encuentra asidero y explicación dentro del inédito ecosistema producto del «quiebre epocal» de 1989, en el que se suma el agotamiento del socialismo real con el advenimiento de la tercera y la cuarta revoluciones industriales, la digital y la de inteligencia artificial. Desde entonces la virtualidad y la instantaneidad entierran a la lógica de la experiencia territorial e histórico temporal de las sociedades y de la organización del poder en Occidente.

Su propósito, como ya se constata, es la pulverización social e institucional – como vía para la forja de otras formas de poder, dictaduras de nueva estirpe apalancadas sobre la gobernanza digital – consecuencia de la deconstrucción cultural, es decir, de la liquidez en las ideas, como lo señala Zygmunt Bauman; lo que, paradójicamente, ha hecho viable el sueño de Antonio Gramsci, marxista italiano que bebe en las fuentes del fascismo y cultiva el régimen de la mentira. El cemento de lo social no es la ideología sino la cultura, cuya destrucción ha de ser el objetivo eficaz de toda revolución, afirmaba este.

Cabe decir, en tal orden, que el germen de esa guerra híbrida o asimétrica y su marca de fábrica – incluida la cuestión del Lawfare o la judicialización del enemigo, imaginada por el Foro de São Paulo, pero concretada en el Grupo de Puebla como parte del hibridismo bélico – es de neto origen venezolano.

Tras el referendo revocatorio de 2004, que el Centro Carter se lo quita a la oposición en Venezuela creyendo así moderar y controlar a Hugo Chávez Frías, éste, antes bien, presenta durante los días 12 y 13 de noviembre “La Nueva Etapa, El Nuevo Mapa Estratégico de la Revolución Bolivariana”.

Al margen de su realidad o irrealidad, plantea Chávez la guerra asimétrica, que es internacional y también endógena. La Venezuela de ahora sufre sus efectos, al pulverizarse como nación y volverse remedo de república.

Al referirse a La Nueva Estrategia Militar Nacional impone como tareas para la Fuerza Armada una mayor relación con las “misiones sociales” cubanas y una mejor relación “con fuerzas armadas amigas” en Latinoamérica. Advierte sobre la necesidad de prepararse para abandonar los métodos convencionales y aprender de “la experiencia de la lucha guerrillera” con asistencia de exguerrilleros venezolanos.

La hibridez de su guerra la forja Chávez paulatinamente, una vez como pacta su acuerdo logístico con la narcoguerrilla de las FARC en 1999, le agrega el control de los medios de comunicación social para imponer sus narrativas, y al encomendarle a Cuba la instalación y manejo del andamiaje digital necesario para tales fines y al objeto, asimismo, de sujetar la data electoral. “Hace tres años atrás éramos Cuba y Venezuela, a nivel de gobierno, y ahora cómo ha cambiado la situación”, dice. Y prosigue: “Se han venido definiendo dos ejes contrapuestos, Caracas, Brasilia, Buenos Aires (…) sobre el cual corren vientos fuertes de cambio (…) [y que] el Imperio – es su criterio – va a tratar de debilitarlo siempre o de partirlo, incluso”. “Existe el otro eje, Bogotá – Quito – Lima – La Paz – Santiago de Chile, (…) dominado por el Pentágono”. “[L]a estrategia nuestra debe ser quebrar ese eje”.

Para ello, La Nueva Etapa acuerda “desarrollar una estrategia de divulgación e información hacia los EE.UU. para neutralizar elementos de acción imperial contra Venezuela” y crear “grupos de formadores de opinión, comunicólogos e intelectuales para contribuir a conformar matrices de opinión favorables al proceso”. “[U]tilizaremos todas las estrategias posibles, desde una estrategia de defensa móvil frente al gigante hasta el ataque. No está prevista la invasión a los Estados Unidos, …”, indica Chávez. Su guerra, como se constata, no es la convencional. “El acercamiento a España es algo vital”, precisa.

Y he aquí un dato que adquiere inusitada actualidad. “Ahí está también Guyana. Por razones geopolíticas y del reclamo territorial, nosotros hemos estado siempre lejos de ese país, pero Guyana es un pueblo hermano, es un pueblo subdesarrollado, y hay un gobierno allí que pudiera ser un gran aliado”, enfatiza Chávez en su discurso. “Gobiernos de extrema derecha, subordinados a Washington, nos quisieron empujar a una guerra con Guyana, cuando en Guyana mandaba Forbes Burnham, para tratar de quebrar el movimiento socialista guyanés. Quien gobierna Guyana hoy es un hombre joven, el presidente Bharrat Jagdeo, que viene de esas filas, aun cuando es de línea moderada, no es un neoliberal”, añade. “Tenemos que atraer a Guyana hacia la integración de Suramérica. Con Guyana, aun cuando ellos descienden de ingleses, hay raíces comunes: la música, el color, esa liga de negro con indio, los amerindios y europeos”, concluye.

A la luz del tiempo trascurrido, tres décadas desde la caída del Muro de Berlín hasta el COVID chino de 2019, queda una máxima de la experiencia. El poder militar de Occidente y su supremacía tecnológica, por atados a reglas desde 1945, se encuentran en palmaria desventaja ante las guerras híbridas del siglo XXI. Éstas llegan desasidas de cánones y ataduras éticas, son explotadoras de la virtualidad y la instantaneidad dominantes, buscan vencer en el teatro de la opinión pública global, sin mengua de verse derrotadas en la localidad. Otro es el nuevo paradigma del poder y lo ha puesto en práctica Hamás contra Israel.

Fuente: Diario Las Américas

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