viernes, julio 26, 2024
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OPINIÓN- Leonardo Martín: 15N: El futuro está llegando

El próximo lunes 15 de noviembre los cubanos están convocados a realizar una gran jornada de protestas contra el régimen en lo que representa un hito decisivo en el marco del estado de movilización permanente que reina en la isla desde el 11 de julio. El Paro Nacional.
Esta movilización cuenta con el apoyo y el involucramiento de los cubanos de todos los rincones del mundo que sienten una especial empatía con sus compatriotas que luchan desde dentro para tumbar una tiranía que ya lleva demasiado tiempo y que es una vergüenza para la comunidad internacional y, en particular, para Occidente y su conjunto de valores de libertad, Estado de Derecho y democracia que tanto promueve.

Sin embargo, creemos que el final se acerca. Estas movilizaciones, las anteriores y las que seguirán ocurriendo demuestran un estado de agitación y de conciencia cívica que se vive con un fervor nunca visto en los últimos tiempos. Esa efervescencia ciudadana contrasta de manera muy fuerte con los gastados personajes de la dictadura castrista que, entre la decrepitud y la incompetencia, ven cómo se acercan las horas finales de su increíble obra de maldad mientras el pueblo sufre incontables padecimientos a su merced.
Los cubanos en Cuba llevan, con enorme responsabilidad histórica, la carga de luchar, de manera desigual, con un régimen que no respeta reglas y que utiliza la represión sin control como única herramienta de disuasión. Ese es el rol de los cubanos de a pie y lo llevan con enorme valentía y dignidad.
Los cubanos fuera de Cuba deben prepararse para el futuro. En efecto, además de apoyar incondicionalmente a sus hermanos en la lucha, deben pensar en la Cuba que renacerá luego de la caída del régimen.
En especial los cubanos organizados en Estados Unidos cuyo principal bastión son las organizaciones militantes de Miami tienen, y lo están haciendo de manera muy responsable y comprometida, que preparar una alternativa viable, justa y democrática así como un plan económico y de desarrollo social que permita recuperar lo más rápidamente posible estos más de 60 años de oscurantismo y represión.
Es así como es necesario imaginar la Cuba libre y democrática que vendrá. Para eso, entre tantos desafíos por delante hay que elaborar un sistema electoral que garantice la libre participación de los Partidos Políticos y que sea completamente independiente de los tres poderes del Estado para evitar cualquier tentación autoritaria. Será necesario crear las condiciones para el registro, reconocimiento y participación de las diferentes organizaciones sociales que transiten de manera ordenada y progresiva hacia organizaciones políticas modernas y pujantes.
En ese sentido puede ser interesante una mirada a la institucionalidad que la democracia uruguaya (probablemente la más sólida de la región y una de las más sólidas del mundo) ha articulado para dar garantía, transparencia y credibilidad a su sistema electoral y que resulta un pilar fundamental para la profundización y la efectividad del ejercicio del voto como herramienta central del proceso.
Sin aburrir a los lectores con cuestiones demasiado técnicas, la Corte Electoral de Uruguay es un órgano independiente del Estado uruguayo que tiene total y absoluta independencia de los demás Poderes estatales, así como de cualquier tipo de control político directo. Su integración prevé la existencia de integrantes denominados “neutrales”, es decir personas sin militancia política reconocida y con prestigio social importante nombradas por mayorías especialísimas del Parlamento que requiere siempre de amplios acuerdos políticos. Asimismo, existen los integrantes designados por los Partidos Políticos de acuerdo con su desempeño electoral y por estricto sistema de representación proporcional integral.
Tiene por cometidos, entre los más importantes, el registro, control y mantenimiento del padrón electoral (es decir, el cuerpo de ciudadanos habilitados para votar en cada instancia que se convoque); organizar y controlar los actos electorales; proclamar los resultados de dichas elecciones; entender en posibles reclamos y denuncias sobre los comicios y sus resultados y dictaminar sentencia ante dichos reclamos, siendo éstas inapelables.
Por otra parte, la Corte Electoral inscribe, regula y controla a los Partidos Políticos que actúan en el país, siendo la que autoriza la participación de los mismos en las elecciones, así como a quienes pueden ser sus candidatos.
En suma, un sistema electoral robusto junto a una institucionalidad independiente ha resultado ser para Uruguay un elemento objetivo de transparencia y vigor democrático. Es posible y oportuno atender este tipo de ejemplos que permitan pensar una transición ordenada a la democracia en Cuba.
Asimismo, creemos que es momento para que los liderazgos actuales fuera de la isla empiecen a tornar sus discursos en términos más políticos y empezar a proponer la Cuba que vendrá. Incluyendo a todos, fomentando el más horizontal de los debates y escuchando y respetando todas las posiciones. Esto es necesario para garantizar a los cubanos en la isla que la alternativa existe, está organizada y que tiene la voluntad y los recursos para llevar adelante una transición ordenada y en paz, donde todos los sectores, pensamientos y movimientos estén representados siempre que sea en un sentido democrático y plural.
Esto es clave que se organice y se transmita desde fuera para contagiar ciudadanía a los cubanos en Cuba. Cuando no se ejerce por largo tiempo, la ciudadanía es un reflejo que se adormece y es preciso revitalizarla y reivindicarla. Solo quienes han vivido y crecido en sistemas plurales, en donde es lo habitual el respeto al Estado de Derecho y el libre ejercicio de la ciudadanía y la opinión, pueden transmitir lo que eso significa. Y ese aporte de los cubanos fuera de Cuba es fundamental.
Por su parte, ¿cuáles son las instituciones iniciales u “originarias” necesarias para una transición estable y previsible a la economía de mercado? ¿Cuáles son las reglas de juego mínimas para generar los incentivos necesarios para la llegada de inversiones privadas que tengan como horizonte el mediano-largo plazo? Si bien la transición es un fenómeno complejo que ha sido estudiado por la literatura académica a lo largo del tiempo y que, por ende, no puede definirse con precisión en pocos párrafos, es necesario remarcar la imprescindible presencia de dos características iniciales cuya economía política es posible articular en un corto plazo: la moneda y la competencia. ¿Qué significa esto? Que para una primera etapa de la transición es posible tener una hoja de ruta clara que contemple la presencia de un Banco Central independiente y, en segundo lugar, la existencia de un organismo autónomo que institucionalice reglas claras que eviten los monopolios.
La institucionalización de un marco donde, por un lado, prime la vigencia de una moneda sana y sólida y, por otro lado, se explicite formalmente las virtudes de la competencia, debe ser estratégicamente pensada como una jugada inmediata (de corto plazo) en tanto ambas decisiones contarían tácitamente con la ventaja de la memoria colectiva cercana de una sociedad que tiene claro el perjuicio que les generó la arbitrariedad y opacidad de los monopolios y, más aún, tiene claro el costo de transacción adicional que les supuso la imposibilidad de contar con un medio de pago, unidad de cuenta y reserva de valor con un respaldo genuino, demandado por el mercado.
Estos y otros tantos desafíos deberán enfrentar los cubanos donde sea que se encuentren para soñar el futuro de libertad por el que tanto han luchado y que parece, por fin, estar llegando.
Fuente: Diario las Américas
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