MIAMI.-La transición política en Venezuela, que supone el pase del régimen totalitario de Nicolás Maduro a la democracia plena, de cara a las elecciones, sería un proceso crucial y complejo no comparable con ninguna experiencia en el país y de imprevisible tiempo, que exige previamente entendimientos, acuerdos y apoyos para que pueda concretarse. Y está en su mejor momento, indican expertos.
Un fenómeno súbito también haría único este proceso: el binomio opositor que representan la líder política María Corina Machado y el candidato presidencial por la Plataforma Unitaria y diplomático Edmundo González.
“En la historia de Venezuela, la significación de Machado no tiene comparación con Hugo Chávez, ni Rómulo Betancourt, ni Rafael Caldera”, señala Asdrúbal Aguiar, jurista venezolano y autor de la obra Historia Inconstitucional de Venezuela (1999-2012).
Y describe lo que considera una conjugación inédita: “una mujer que con espíritu maternal acoge a una nación fracturada y le tira el anzuelo a un conciliador diplomático para que sirva de puente entre una realidad que se volvió ominosa en su desenlace, y la otra realidad”, lo que en su opinión es más una reconstrucción que una una transición clásica.
La transición, definida como un intervalo entre la separación de un régimen generalmente totalitario a otro régimen político, ha jugado papel relevante en el mundo y concretamente en la región. Si se trata de una transición a la democracia implica la reforma o desmontaje de un régimen no-democrático para proceder a la instalación de reglas democráticas, lo que conduce a las libertades civiles y derechos políticos, con elecciones libres y verificables.
Transición en Venezuela, el momento
En Venezuela se han contado seis, desde 1935 hasta 2019, pero ha sido invocada muchas más veces en la historia reciente como vía para conseguir un cambio político y ponerle fin a la crisis que lleva 11 años y se extiende.
En 25 años, desde la llegada de Hugo Chávez al poder hasta la fecha, la oposición venezolana ha efectuado múltiples intentos, infructuosos todos ellos, por aproximarse al inicio de una transición, según el politólogo John Magdaleno, especialista en el tema. Pero la situación es otra en este momento.
“La sociedad venezolana está en presencia, en este preciso momento, de la mejor oportunidad que se ha presentado en 25 años para intentar lograr la transición”, afirma Magdaleno, aunque advierte que es difícil anticipar lo que ocurrirá de aquí a la elección presidencial y el resultado, debido al complejo menú de manipulaciones al que apelan los regímenes autoritarios del siglo XXI.
Y agrega: “Ya se ha configurado un cuadro de «dificultades sistémicas» para la autocracia venezolana que ha elevado los costos de su permanencia. Queda por ver si se le reducen los costos de salida, de modo efectivo, a ciertos factores de poder”.
El 24 de abril pasado, el candidato González planteó de nuevo el proceso de cambio político y expresó su compromiso por la reconstrucción del país. Y en una de sus primeras entrevistas le puso fecha: “El 28 de julio se abre un periodo de transición en Venezuela”.
Tareas cruciales
Magdaleno explica los factores que harían posible la transición en la actualidad.
“Una movilización verdaderamente masiva y disciplinadamente no-violenta, en demanda de un amplio espectro de derechos y reivindicaciones sociales; y una participación electoral también masiva y organizada, unidad a la férrea voluntad, de parte de los ciudadanos, por defender su voto, pudieran contribuir al cambio político en el actual contexto venezolano”, dice.
Esto sugiere, precisa, que la oposición venezolana “está forzada” a procurar una mayor organización, articulación y coordinación estratégica entre los más diversos sectores sociales y políticos.
“Son tareas cruciales en las que ciertamente se vienen dando pasos, pero cuyo logro demanda redoblar esfuerzos porque la frustración, el malestar y la irritación popular son enormes y requieren una efectiva y cuidadosa canalización”. Por otra parte, afirma que la presión externa también pudiera contribuir, “sobre todo si los actores internacionales con mayor capacidad de influencia, a escala global y regional, presionan más selectivamente y le ofrecen garantías e incentivos a ciertos factores de poder de la autocracia venezolana”.
“Entender este último aspecto es crucial si se desea propiciar el contexto favorable a una transición política. No puede haber justicia sin la restitución del Estado de Derecho. Y no puede existir estado de derecho si no se inicia una transición a la democracia con una liberalización política. Es claro, por tanto, cuál es el orden de prioridades”, puntualiza.
República pulverizada
Magdaleno recuerda que muchos venezolanos que desean cambio político se quejan de la escasa o nula efectividad de las negociaciones que actores del régimen y de la oposición sostienen desde hace al menos nueve años, sin resultados concretos.
No obstante, precisa que una negociación de ese tipo solamente puede funcionar en una “situación límite” cuando se presiona a los decisores del régimen político y se les ofrecen ciertas garantías e incentivos para que abran paso al cambio.
Desde su visión, Aguiar considera que hablar de transición es una “aporía”. Parte de su experiencia en Chile como embajador de Venezuela y testigo de excepción en la transición de la dictadura a la democracia. “En Venezuela, la república dejó de existir”.
“El país tiene una república pulverizada. El sistema constitucional de 1999 en vigor se desmaterializó al punto tal de que tuvimos en el país dos gobernantes, dos parlamentos, dos supremos. Esa es la revelación más patente de una república que dejó de existir”.
Agrega que están rotos los lazos de afecto no solo en el ámbito político sino también familiar, con los desgarramientos de la emigración de 8 millones de venezolanos que huyeron del país y dejaron a sus familias.
Tras analizar el “esfuerzo de transición” de Venezuela en 2019, que se denominó régimen para la transición democrática en Venezuela y que llegó a mal término, indica que en la actualidad la situación es distinta.
“Cada realidad territorial en Venezuela está llena de actores que antes no existían. Tiene presencia iraní, china, turca, rusa y cubana, tiene presencia del ELN y FARC. Y viene la gran pregunta: ¿Se le puede pedir a la transición un acto de reencuentro de la nación?”.
Proceso inédito en la historia
Magdaleno, quien lleva los últimos 10 años descifrando las claves para una transición a la democracia en Venezuela y en otros países, opina que un proceso de cambio político es, en cierta medida, único e inédito, por las características propias de cualquier sociedad.
Sin embargo, indica que es una tarea exigente y compleja por realizar. “Todavía la oposición debe encarar nuevos obstáculos y dificultades hasta la elección presidencial y después de ella. Pero la oportunidad está allí, en nuestras narices”, dice. Se basa en recientes estudios de opinión.
“Una demanda de cambio político que representa al 85% de la población, una disposición a ir a votar que ya oscila entre 70% y 75% del electorado y una brecha tremendamente favorable, en intención de voto, a la opción electoral de González Urrutia, son buenas señales”.
A esto adiciona “el talante ponderado y sereno” del candidato González Urrutia, y el tino en insistir en la Venezuela del reencuentro”.
Aguiar, por su parte, destaca el rol de Machado en este virtual reencuentro, elemento esencial de la transición en Venezuela.
“Cuando las naciones se pulverizan, como ocurre en un país con una guerra o ante cualquier adversidad, se recurre a la madre, y es el fenómeno que yo capto en esta realidad atípica extraña del fenómeno Machado, porque se aproxima a la gente no con discurso ideológico ni republicano, sino con el discurso de la familia que se fracturó, el de la nación pulverizada. Aparece esa mujer y el país va en busca de la protección”.
Los expertos coinciden en que ante el clima de odios y adversidades en la actual coyuntura debe privilegiarse el reencuentro de las bases políticas y sociales, para iniciar un proceso de transición en el país. Más que el de una parte del liderazgo político.
Se requiere estimular la democratización desde abajo, afirma Magdaleno.
“La negociación funcionará cuando se le formulen dilemas estratégicos a la autocracia venezolana que conduzcan a los factores de poder a una situación límite. Que yo sepa, la investigación académica no propone ir mansamente a «mendigar» un acuerdo. Lo que ella retrata en múltiples casos es el cuadro de presiones, por un lado, e incentivos, por otro, que se combinan para facilitar la transición en medio de una situación límite”.