Saúl Hernández Bolívar,
Muchos expertos llevan varios días insistiendo en la tesis de que Petro ya no tiene los apoyos en el Congreso y el pueblo para sacar adelante una constituyente, y que tampoco cuenta con el tiempo requerido para desarrollar un procedimiento que está reglado con unas etapas muy claras que no se pueden saltar ni ejecutar a la guachapanda. Por tanto, dicen que nuestro líder galáctico sabe que ya no alcanza a poner en marcha ese mecanismo, de donde se deduce que está cañando, que es un globo, que es un distractor para que no se hable más de camiones, de pactos con alias ‘Mordisco’, de reuniones secretas con la fiscal saliente… En fin, del escándalo de cada día.
Sin embargo, Gustavo Petro no es ningún bobo y peca de ingenuo quien crea que este sujeto se va a ceñir a las normas y procedimientos legales. Más bien, es su verborrea sobre el Metro de Bogotá, las fuentes alternativas de energía, la ‘masacre’ de palestinos en Gaza, los privilegios de los ricos de El Poblado y mil cosas más, lo que constituye un distractor del verdadero golpe de Estado que pretende infringir a la democracia colombiana para convertirla en una dictadura comunista.
En efecto, muchos parecen olvidar que Petro ni siquiera podría haber llegado a ser primer mandatario por haber sido condenado a pena de prisión por porte ilegal de armas hace casi 40 años, y que si está en la Casa de Nariño es porque de ese expediente se perdió un papel, precisamente el de la condena. Tampoco se advierte muy a menudo que este señor, un exguerrillero del M-19, no aparece cobijado por medida de amnistía o indulto como resultado del proceso de paz con esa horda terrorista. Adicionalmente, vemos que las recientes acusaciones en su contra por la violación de los topes electorales de campaña duermen el sueño de los justos en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes. ¿Casualidades? Bien dice Yuval Noah Harari que si una minoría comunista de unas 23.000 personas, se tomó una Rusia de 180 millones de almas en 1917, es porque conformaron redes de cooperación altamente eficientes.
Debería provocar alarma el hecho de que Petro no quiere proponer una constituyente legal sino un presunto “proceso constituyente” que está fundado supuestamente en la fuerza del pueblo a través de los votos y la calle, conformando esa asamblea con grupitos sacados de los territorios —los pescadores, los sindicalistas, los profesores, etc.— y no de miembros con representación universal, como ha denunciado Vargas Lleras, y menos de origen político. Es decir, a punta de populismo y pasando por encima de los partidos, este sátrapa pretende montarnos su constitución comunista y quedarse en el poder ilimitadamente, mientras muchos confían en que eso no es legal y olvidan que él siempre se ha saltado las leyes a la torera y se ha salido con la suya.
En tanto que el país duerme, Petro ya está desarrollando su estrategia profundizando la división entre ricos y pobres. En Antioquia decidió no dar la plata para acceder al Túnel del Toyo, sino emplearla para hacer acueductos en Urabá. Pero esa carretera no necesita 5 billones como dijo, sino 650.000 millones; y en Urabá el alcance de los acueductos está por encima del 90%. Solo el municipio de Turbo está un poco atrasado, con una cobertura de aproximadamente el 70%. Es que Antioquia no es La Guajira.
Pero a Petro le urge disociar. Por eso culpa a la gente de El Poblado por los vacíos en salud en sus tierras de Urabá. Pero, aparte de agua potable, hay una clínica privada de tercer nivel y se está construyendo un hospital público también de tercer nivel con recursos del departamento. Petro le tiene miedo a Antioquia y su ejemplo. De ahí que quiera desmembrarla creando el departamento del Urabá y se oponga a la ‘vaca’ para terminar las autopistas y habilitar el Túnel. Él sabe que esta tierra es estéril a sus delirios.