sábado, abril 27, 2024
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La hora de los deslindes

OMAR ESTACIO Z.,

El lunes pasado la Misión Internacional Independiente de determinación de los hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela -la “Misión” en lo adelante- rindió en Ginebra, Suiza, el informe actualizado sobre la situación de los derechos humanos en nuestro país.

Desde su mismísima constitución, septiembre de 2019, el desgobierno gamberro de Nicolás Maduro les ha negado a los integrantes de la “Misión” el ingreso a Venezuela.

“Nada nuevo bajo el Sol” podría decirse, en relación con el nuevo documento. Aumentados y más depravados, de año en año, los crímenes siguen siendo los mismos.

El repudio a Maduro es aplastante.

Unas elecciones, medianamente limpias, equivalen a su derrota tumultuaria. Tal certeza, ha exacerbado la tripa represora del narcosátrapa y aquí llegamos adonde queríamos llegar: Crece la cantidad de generalotes y de oficiales medios -sobre todo- que consideran que es la hora de deslindarse. El régimen se desmorona y los torturadores de ayer, ahora se encuentran ansiosos de posar de abogados de derechos humanos.

La designación de la valerosa profesora Corina Yoris como sustituta de María Corina Machado ha sido una jugada maestra. Vendrán nuevas maniobras del CNE y del postrado sistema de justicia para contaminar el proceso electoral, pero el deterioro del desgobierno, con el consiguiente desprestigio de sus dirigentes es indetenible.

La posibilidad de una “transición” pacífica, con una junta cívico-militar, ronda cual espíritu burlón por los cuarteles. Es el viejo y poco noble ‘sálvese quien pueda’. “Entreguemos a Maduro, Diosdado, a los hermanos depravados, remitámoslos ‘enguacalados’ a la Corte Penal de La Haya, a cambio de una indulgencia plenaria para nosotros, exilio dorado incluido, en la España de Pedro Sánchez, el muy proxeneta”.

Innecesario el bombardeo quirúrgico de Miraflores ordenado desde el Comando Sur o una operación S.W.A.T. de los marines, en los búnkeres antinucleares enclavados en Fuerte Tiuna (el ocupado por Diosdado de lo puro guapo que es, se encuentra a 100 metros de profundidad). Los repetidos emplazamientos de monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, estado Táchira y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, incluyen claras exhortaciones a la oficialidad.

La cuenta regresiva se acerca a su punto crítico. Se acaba el tiempo para deslindarse de los aberrantes crímenes de lesa humanidad de Maduro y su círculo más cercano.

Fuente: Diario Las Américas

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