miércoles, mayo 15, 2024
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La sostenibilidad, una nueva propuesta filosófica

RICARDO TORRES CASTRO,

Se gesta una filosofía que impulsa a actuar más allá de las obligaciones legales o propias de la razón social de cualquier organización: la sostenibilidad.

Uno de los principales retos en la relación sociedad-políticas públicas y empresa es el establecimiento de un nuevo paradigma de desarrollo económico que sitúa a la persona humana y sus relaciones, con el entorno ambiental y social en el centro.

Dado el creciente auge del progreso científico y tecnológico que establece nuevas formas de relación humana y cultural, además de los aportes intelectuales y académicos de gran alcance gestados desde la pluralidad de saberes y experiencias, se nutre la idea imperante de crear un modelo de bienestar que propenda por un serio interés por la vida y, a su vez# que tenga un sustento filosófico que le dé consistencia.

Baruc Spinoza nos enseñó que la filosofía es la búsqueda del saber vivir, por eso, quienes se preparaban para gobernar eran los filósofos, desde la antigua Grecia hasta ahora.

Sin embargo, resulta que quienes somos filósofos terminamos ridiculizados por quienes creen que la filosofía son meras frases bonitas, cuando en realidad quienes han estudiado filosofía son los que han estudiado a profundidad el problema de la polis, la civitas y la urbe, ponderando aquello que es útil y desechando aquello que no; y ahora, desde el seno de la ya mencionada relación sociedad-políticas públicas y empresa, se gesta una filosofía que impulsa a actuar más allá de las obligaciones legales o propias de la razón social de cualquier organización: la sostenibilidad.

Las sociedades contemporáneas realizan su ciclo vital bajo la hegemonía del mercado, en la cual la necesidad de responder a las exigencias del mismo lleva a crear una filosofía de la vida en medio de la deshumanización y la indiferencia.

El destino de los seres humanos, tal como lo diría Horkheimer, maestro de la escuela de Frankfurt, no está inscrito en el libro de los cielos como otrora se creía, sino que está inscrito y predestinado en el sistema. Y así, entendido el papel desolador que juega el individuo en esta nueva forma histórica de relaciones sociales de producción, esta filosofía plantea a su propia metafísica.

El medio ambiente, la sociedad y la economía nos ayudan a tejer lo que Ignacio Ellacuría llamaría el momento noético, ético y práxico: se trata de la realidad como condición de posibilidad de quienes habitamos este mundo.

Adam Smith consagró gran parte de su actividad como pensador y teórico a la preocupación moral por las posibilidades que el individuo tenía de hallar felicidad y libertad, en el marco de un sistema organizado en pro de la elaboración de aquello que costaba menos producir y generaba más beneficio tranzar en el comercio entre las naciones, base de la riqueza del estado soberano nacional.

El mismo Smith reconocía que, en el centro de ese proceso estaba, el ser humano y este tenían que ser un recurso más integrado a las dinámicas del dinero. Ahora, lo que el sistema agotado y deshumanizado nos ha mostrado es que esa relación del ser humano no sirve y por eso hay que plantear un escenario más responsable.

La sostenibilidad es hoy la preocupación y el desafío más urgente que debemos atender.

Los problemas sobre el clima, las microculturas urbanas y pérdida de identidad cultural como la relación economía–persona pone a la filosofía en un nuevo renglón del juego. Como afirma Zygmunt Bauman, debe existir una motivación más allá de la salarial que permea el plano ético y moral en la relación sociedad-políticas públicas y empresa.

Fuente: Diario Criterio

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