miércoles, mayo 8, 2024
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OPINIÓN-Hugo Marcelo Balderrama: Bolivia: entre la crisis económica y el ataque progresista

Al cumplirse el primer mes de gestión del presidente Luis Arce Catacora, el gobierno evaluó su situación, y concluyó que el Estado se encuentra quebrado (obviamente, culparon a Jeanine Añez y sus políticas «neoliberales»).

Es muy cierto que el Estado nacional está quebrado. Pero no por culpa del gobierno de Añez (una pésima gestión, sin duda), sino porque el modelo económico nacional (implantado por el mismo Arce Catacora) se encuentra agotado. Por ejemplo, el país viene arrastrando un déficit fiscal desde 2014, las reservas internacionales vienen en picada desde 2015 (a noviembre de 2020, alcanzan 2569 millones, un monto que sólo sirve para sostener 4 meses de importaciones) y, según un reporte elaborado por la Fundación Jubileo con datos del Banco Central de Bolivia, la deuda externa del país se quintuplicó en 12 años al pasar de 2208 millones de dólares, en 2007, a 11268 millones de dólares en 2019. Además, como resultado del crecimiento del endeudamiento, el servicio de la deuda –que es el pago de capital (amortización), intereses y comisiones– se incrementó notablemente hasta alcanzar los 787 millones de dólares en 2019. Y al parecer, Marcelo Montenegro (ministro de economía), Roger Edwin Rojas (presidente del Banco Central de Bolivia) y el mismo Luis Arce Catacora carecen de un plan para enfrentar la situación –ya que su gobierno de «austeridad» quedó en el discurso y el show (como cuando el presidente viajó en vuelos comerciales)–.
Ahora bien –y al registrarse una crisis tipo L (caída sin recuperación)– que el Estado nacional se encuentre en quiebra puede ser una buena noticia. Primero, porque obligaría a los burócratas a reducir gastos y hacer reformas a favor del libre mercado y la iniciativa privada. Segundo, es una oportunidad para mostrarle a la población que la vieja guardia política es la fuente de nuestros problemas. Finalmente, la sociedad puede recobrar funciones que el Estado le robó, verbigracia, la salud y la educación.
Penosamente, eso no va a suceder, ya que Arce Catacora y su equipo económico todavía esperan que los hidrocarburos recuperen su precio, que los organismos internacionales les sigan concediendo préstamos (los recursos del pago del Bono contra el Hambre provienen de créditos internacionales que fueron otorgados por el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los cuales suman en conjunto 704 millones de dólares, de acuerdo con la información de la actual administración estatal), o que a alguien se le ocurra comprar el litio boliviano (para de esa manera, solucionar los problemas de financiamiento de los gastos estatales y volver a crear el mito de una economía «blindada»).
Pero ¿una economía destruida es nuestro único problema?

Por ejemplo, los miembros de la Pesada Subversiva (progresistas de clase media con mucha presencia en el departamento de Santa Cruz) quieren impulsar el aborto en las zonas rurales (básicamente, quieren matar a los indios antes de que nazcan). Dentro de la misma línea se encuentra Sonia Condori, dirigente de las Bartolinas y exdiputada por el Movimiento Al Socialismo de Tarija, quien indicó que solicitarán al gobierno de Arce Catacora priorizar las temáticas de «salud pública» que involucren a las mujeres. Por su parte, los seguidores (algunos con raíces aimaras y otros mestizos egresados de las universidades) del vicepresidente David Choquehuanca quieren recuperar Bolivia para los indígenas (a quienes consideran «puros» racial y moralmente) y condenar a los mestizos y blancos (población inexistente en el país) a vivir en reservaciones.
La pregunta obvia es ¿qué agenda prevalecerá?
Al parecer, será la agenda progresista, ya que la representación indigenista es mínima en el Ejecutivo. Además, los grupos LGTB y feministas ya no están dispuestos a esperar otros catorce años para ser parte del poder en pleno, y cuentan con todo el apoyo de la izquierda internacional.
Entonces, ante un escenario tan dantesco, nos toca tomar algunas precauciones.
En lo económico, mi consejo es ahorrar en dólares, pero fuera de la banca (en este momento es el Estado quien más los necesita y no va a dudar en usar los corralitos), y asegurar el patrimonio fuera de Bolivia (las fundaciones de interés privado en Panamá son buenas alternativas).
Finalmente, la familia, el último bastión contra el totalitarismo globalista, está amenazada por todos los frentes. Por eso, fortalezca el análisis crítico en sus hijos, enséñeles que el socialismo es el camino a la miseria y, especialmente, jamás confíe en la educación estatal, es sólo adoctrinamiento masivo que inhibe la capacidad de pensar.
Fuente: PanamPost

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