lunes, diciembre 2, 2024
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Trump tenía razón: hubo una conspiración para sacarlo del poder

De cierta manera, Trump estaba en lo correcto. Así comienza la revista Time un artículo en el que revela que hubo una conspiración tras bastidores para «salvar la elección de 2020», lo que se traduce como sacar a Donald Trump de la Casa Blanca.
Industrias, sindicatos, grupos ideológicos y personas poderosas formarían parte de esta alianza para evitar un segundo mandato de Trump. Los esfuerzos no solo se limitaron al día de las elecciones sino que abarcaron todos los aspectos que rodearon a los comicios.

La publicación detalla que «trabajaron en conjunto tras bastidores para influir en las percepciones, cambiar reglas y leyes, dirigir la cobertura en los medios y controlar el flujo de información».
 
Un matiz no menos importante salta en el artículo publicado por Time. La historia fue contada por los mismos participantes. Ellos justifican que sus acciones tenían como objetivo «fortificar» las elecciones para que los resultados no cedieran ante las denuncias de Trump. Su motivo: una presunta defensa de la democracia.
La publicación detalla que consiguieron que los estados cambiaran los sistemas de votación y las leyes. Se defendieron de las demandas por supresión de votantes, reclutaron trabajadores electorales y consiguieron que millones de personas votaran por correo por primera vez.
Todo el entramado publicado por la revista Time no hace más que remitir a las denuncias del expresidente luego del 3 de noviembre. En ese momento también ocurrió otro hecho relevante: los líderes de grandes empresas que antes apoyaban a Donald Trump, ahora la pedían que cediera. «Todo fue muy, muy extraño», dijo Trump el 2 de diciembre.

Presiones y alianzas

El texto agrega que desde esta alianza también presionaron «con éxito» a las empresas de redes sociales para que adoptaran una línea más dura contra la «desinformación» y así utilizaron estrategias basadas en datos para combatir difamaciones virales.
Además, ejecutaron campañas nacionales de concienciación pública «que ayudaron a los estadounidenses a comprender cómo se desarrollaría el recuento de votos durante días o semanas» para evitar que las acusaciones de Trump tuvieran más impacto. Luego del día de las elecciones, monitorearon cada punto de presión para asegurarse de que el expresidente «no pudiera anular el resultado».
En la historia figura el nombre de Mike Podhorzer, asesor principal del presidente de la AFL-CIO, la federación sindical más grande de Estados Unidos. Entre los demócratas, se le conoce como el mago detrás de algunos de los mayores avances en tecnología política en las últimas décadas.
Él comenzó con una remota idea de planificar la resistencia para un hipotético escenario donde Trump perdiera y «se negara a ceder el poder». A través de reuniones virtuales y memorándums, llamó la atención del Congreso, Silicon Valley y de participantes de protestas raciales.
El financiamiento de todas estas actividades provino naturalmente de los interesados más poderosos. Ante la falta de fondos de los funcionarios electorales para organizarse en medio de la pandemia, saltaron contribuyentes privados como la Iniciativa Chan Zuckerberg —de la esposa de Mark Zuckerberg— que aportó 300 millones de dólares.

Redes sociales y grupos violentos

A todo esto, se sumaron los CEO de la principales redes sociales. Time indica que en noviembre de 2019, Mark Zuckerberg invitó a nueve figuras de derechos civiles a cenar en su casa. Allí le hablaron «del peligro de las falsedades relacionadas con las elecciones».
“Fue necesario presionar, instar, conversar, intercambiar ideas, todo eso para llegar a un lugar donde terminamos con reglas y cumplimiento más rigurosos”, relató Vanita Gupta, presidente y directora ejecutiva de la Conferencia de Liderazgo en Derechos Civiles y Humanos. También se habría reunido con Jack Dorsey, CEO de Twitter.

Llegaron a tales niveles de una supuesta defensa de la democracia, que según el artículo, organizaciones como Voting Rights Lab e IntoAction crearon memes y gráficos específicos de cada estado, difundidos por correo electrónico, texto, Twitter, Facebook, Instagram y TikTok, instando a que se cuente cada voto. Juntos, fueron vistos más de 1000 millones de veces.
Los grupos sociales tampoco quedaron fuera de esta historia. Black Lives Matter (BLM) y otras organizaciones fungieron como una herramienta durante las elecciones. A través de manifestaciones y acciones de calle buscaban promover el voto.
Yendo al detalle de la historia, crearon una fuerza de «defensores electorales» que, a diferencia de los observadores electorales tradicionales, fueron entrenados en técnicas de desescalada. Durante la votación anticipada y el día de las elecciones, rodearon filas de votantes en áreas urbanas con un esfuerzo de “alegría de las urnas” que convirtió el acto de emitir un voto en una fiesta callejera.
Los organizadores de BLM también reclutaron a miles de trabajadores electorales para garantizar que los lugares de votación permanecieran abiertos en sus comunidades.
Y así el círculo comenzaba a cerrarse para desfavorecer a Donald Trump, algo que los organizadores ahora admiten sin resquemor.
Fuente: PanamPost

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