Una feroz persecución se ha desatado dentro de chavismo. Una de las facciones que componen la banda instalada en Venezuela desde hace más de dos décadas —la encabezada por Tareck El Aissami, ministro del petróleo— ha caído en desgracia y van con todo contra ella.
La excusa utilizada por el régimen para llevar a cabo esta razzia es la corrupción, algo que nadie cree en el país sudamericano, ya que las demás facciones son igualmente corruptas.
Este sábado 18 de marzo, el diario chavista Ultimas Noticias, informó que el régimen de Maduro había ordenado la remoción del cargo y captura de Joselit Ramírez Camacho, jefe de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos y Actividades Conexas (Sunacrip), y quien además desempeña el cargo de jefe de Gabinete de El Aissami.
Según el portal Monitoreamos, “el arresto de Ramírez Camacho sería por su presunta vinculación con el supuesto robo de 3.000 millones de dólares provenientes de la venta de petróleo venezolano… Versiones extraoficiales indican que la detención formaría parte de una guerra interna en el chavismo, entre los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez (Presidente de la Asamblea Nacional y Vice- Presidente de Maduro, respectivamente) contra El Aissami”.
Lo cierto es que en marzo de 2020, la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York acusó a Tareck El Aissami, a Joselit Ramírez Camacho y al empresario Samark López Bello por una serie de delitos relacionados con la evasión de sanciones impuestas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) contra el régimen de Maduro. Además, Joselit Ramírez tiene orden de captura y una recompensa por 5 millones de dólares en EEUU por acusaciones de lavado de dinero, mientras que por El Aissami – señalado de narcotraficante- las agencias norteamericanas ofrecen el doble, 10 millones de dólares.
Algunas versiones señalan que el régimen venezolano busca intercambiar a El Aissami por el testaferro de Maduro, Alex Saab, visión que comparte la periodista y escritora venezolana Ibéyise Pacheco quien en su cuenta Twitter indicó que: “Fuentes de inteligencia colocan en el escenario la posibilidad de que Jorge Rodríguez bajo instrucciones de Maduro haya adelantado con el gobierno de Joe Biden el posible intercambio de Alex Saab por Tareck El Aissami. Saab ya le dijo a los americanos lo que les interesaba”.
Por otra parte, la Policía Nacional Anticorrupción del régimen de Maduro, solicitó el viernes pasado al Ministerio Público procesar judicialmente a un número indeterminado de ciudadanos que “ejercían funciones” en el poder público y que “podrían estar incursos en graves hechos de corrupción administrativa y malversación de fondos”.
En un comunicado el cuerpo policial explicó que el procedimiento es el “resultado de una investigación profunda, realizada por meses, que apunta a ciudadanos que ejercían funciones en el Poder Judicial, en la industria petrolera y en algunas alcaldías municipales del país” que “podrían estar incursos en graves hechos de corrupción administrativa y malversación de fondos”.
De acuerdo al diario El Nacional, también arrestaron al coronel Antonio Pérez Suárez, quien fungía como vicepresidente de Comercio y Suministro de Calidad de Pdvsa; y al exministro de Educación Hugbel Roa, ambos vinculados El Aissami.
Para completar la lista, los hermanos Rafael Guillermo y Roger Vicente Perdomo Rodríguez, dueños de Constructora HP C.A, también habrían quedado detenidos. Estos han sido vinculados a Pérez Suárez.
Claro está que de lo que se trata no es de una lucha anticorrupción; no. Todo apunta a un “tumbe” (como se dice en el argot policial venezolano). Es decir, la facción de El Aissami no repartió o se embolsilló dinero propiedad de otra facción.
Lo que si es cierto es que la corrupción en Venezuela, desde la llegada de Hugo Chávez y su sucesor Nicolas Maduro, es la más grande de su historia. Tanto así que la Iniciativa para la Recuperación de Activos Venezolanos calculó que el monto robado por el chavismo “solamente por corrupción” –es decir, sin contar narcotráfico y otros delitos– oscilaba entre 300 mil y 500 mil millones de dólares.