viernes, mayo 17, 2024
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Argentina: ¿El país que más tardará en recuperarse económicamente del mundo?

El manejo de la pandemia por parte del Frente de Todos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner fue realmente un desastre. Aunque Argentina venía caminando en la cornisa (debido a la pobre gestión económica del macrismo —ante el desastre heredado del primer kirchnerismo—) había cosas que sin dudas podían hacerse mejor. Al menos no tan mal, claro. El desmanejo en el área de salud, agravado ante la sociedad por los escándalos del vacunatorio VIP y las fiestas en Olivos, arrojó un promedio de fallecidos superior al que el país debió haber sufrido en condiciones normales. Varios especialistas consideran que casi un tercio de las muertes se podían haber evitado con un programa de vacunación serio, sin la geopolítica rusa y china de por medio. Pero, cuando pase el problema sanitario, el territorio nacional tardará en recuperarse económicamente mucho más que el resto. ¿Por qué?
Al igual que las personas, las naciones también pueden vivir “al día” en algún momento, con los números en rojo y en un contexto de poca sustentabilidad en lo inmediato. Claro que, inevitablemente, el mediano y largo plazo bajo esas condiciones es técnicamente imposible y, ante cualquier eventualidad, la situación puede convertirse en un verdadero desastre. Esto fue lo que pasó con Argentina. Hace demasiado tiempo que acá se resignó a un déficit fiscal peligroso, que se dedicó a tratar la crisis con paliativos que no hicieron más que dañar la situación estructural. Los ejemplos están allí. Basta nombrar al control de cambios y la regulación de los precios como parte de ellos.
Fernández dice que “la pandemia azotó a todo el mundo”. Es cierto esto. Sin embargo, parece que en Argentina pegó y pegará más duro, por mucho tiempo adicional. Y si bien la irrupción del virus no es culpa del Gobierno, este drama doméstico posee un “plus” que no tiene otro culpable más que el populismo irresponsable del Frente de Todos, que este fin de semana verá que le queda de apoyo, luego de dos años en caída libre.

El último orejón del tarro

Según estimaciones que promedian los índices de vacunación con la situación económica, este año varios países mostrarán una recuperación de niveles generales “prepandémicos”. En este grupo figuran Chile, Finlandia, Polonia, Noruega, Alemania, Estados Unidos, Israel, Suiza, Suecia, Australia, e incluso la India, entre otros.
Llegar a esa instancia de recuperación, a Canadá, Grecia, Austria, Francia, Italia, Brasil y el Reino Unido, le tomará un año más. Para 2023, Costa Rica, España y México, ya esperan estar en la misma situación en la que se encontraban antes del coronavirus. Argentina quedó relegada al lejano 2026. No hay que ser adivino para saber desde ahora, que Alberto y Cristina empezaron y terminarán su mandato, echándole la culpa al virus del desastre nacional. El problema es que los argentinos todavía no estamos tan aislados como los norcoreanos y podemos ver lo que pasa en el resto del mundo.

Por cuidar una foto imposible, se perdió la película

Cuando fue declarada la pandemia del COVID-19, Argentina ya contaba con demasiados inconvenientes y poca intención política de solucionarlo. Si Alberto Fernández llegó o no con un plan de gobierno, puede que nunca lo sepamos, pero de lo que no hay duda alguna es la falta de visión estratégica, el pésimo timing y la irresponsabilidad casi infantil incrementaron el desastre de forma tal, que todavía no se ve luz a final del túnel.

Todos los oficialismos del mundo, sin importar la orientación política, la pasaron mal con la pandemia. Creer que se podía pasar un mal trago semejante, por ejemplo, sin sufrir un impacto en el índice de empleo, solo puede caber en la cabeza de un kirchnerista. El sacudón era inevitable y en lo único que se podía “meter mano” era en la duración y la gravedad de las vacas flacas.
Las economías más libres mostraron un fuerte impacto en los primeros meses: gran cantidad de despidos, reducción de actividad económica y refugio en activos seguros. Claro que la contracara de esa moneda fue una rápida y fuerte recuperación. Estados Unidos es el claro ejemplo de esa curva pronunciada, que, si bien cayó bajo, hoy no tiene más que seguir creciendo.
Para encontrarle algún sentido a la tragicómica estrategia de Alberto Fernández, hay que pensar que algún asesor mal asesorado le haya dicho que todo se terminaría en uno o dos meses, máximo. Luego de subestimar la llegada del virus a estas tierras, el presidente argentino lanzó una irresponsable batería de medidas contraproducentes como el encierro total y la prohibición de despidos. Durante las primeras semanas, el compañero de CFK gozó de altos índices de aprobación, cuando por televisión mostraba orgulloso sus cifras exitosas, que dejaban en evidencia que, literalmente, Argentina era el mejor país del mundo en cuanto el manejo de la pandemia.
Pocos casos, pocos muertos y sin despidos. O el peronismo había descubierto la pólvora o Argentina estaba por darse uno de los palos de su vida. Así fue. Al poco tiempo todo voló por los aires: cuando el mundo empezó a cerrar en serio a causa del aumento de casos, Argentina ya llevaba rato largo de cuarentena extrema, y el pésimo manejo del tiempo en cuestión de semanas mostró que la imposibilidad de despidos directamente se traducía en negocios y empresas que, aunque no echaban al personal, directamente quebraban y cerraban.
Cuando en Argentina se vino la noche, el mundo, al que Alberto Fernández le quería dar lecciones de estrategia científica, médica y económica, empezó a levantar la cabeza. Los exitosos procesos de vacunación en contextos de economías libres y flexibles comenzaron a generar crecimiento y recuperaron el empleo. Sin embargo, nuestro país se aferró al oscurantismo en lo que se refiere al proceder estatal. Por ejemplo, hasta hoy el Gobierno extendió la ridícula prohibición de despidos, que no genera más que quebrantos y desincentivos a la inversión, al igual que a la contratación. Con ese ahínco, el kirchnerismo también se entregó atado de pies y manos a una vacuna rusa que ni siquiera llegó en tiempo y forma, así como a otra china de cuestionada efectividad que también rechazaron todos los Estados medianamente serios.
Si a este complicado contexto y torpeza coyuntural se le suma la inflación galopante y la nula previsibilidad económica, nadie puede mostrarse sorprendido por el éxodo de empresas y personas que hoy sufre el país. Lejos de sorprendernos ante la realidad que Argentina pueda ser la nación que más tardará en recuperarse a nivel mundial, deberíamos preguntarnos qué otra cosa podía pasar y qué podemos hacer para revertir la situación.
Las soluciones mágicas del corto plazo, ya vimos en demasiadas oportunidades que no funcionan. El domingo tenemos una oportunidad para empezar a pensar en un horizonte un poco más lejano, pero más realista.
Fuente: PanamPost

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